7 libros fundamentales para reimaginar la educación

04 | 03 | 2021

Una selección breve de lecturas imprescindibles para quienes tienen en sus manos una de las tareas más importantes para la evolución humana: la educación.

“La educación no es llenar un balde, sino encender un fuego”, escribió el poeta irlandés William Butler Yeats. Su afirmación sintetiza la verdadera importancia de la educación dentro de las sociedades humanas, pues se refiere a la posibilidad y la responsabilidad de quienes educan de abrir puertas y abrir mentes, de facilitar el desarrollo de inteligencias y sensibilidades de quienes en el futuro cercano habitarán y dirigirán nuestras comunidades.

La labor docente enfrenta un sinfín de obstáculos, especialmente en la actualidad. No solamente eso, su responsabilidad es enorme, pues nuestros conocimientos —no solamente los académicos, sino también los humanos— son los lentes a través de los cuales vemos el mundo. A pesar de que en ocasiones lo olvidamos, los maestros y educadores tienen una injerencia profunda en el futuro de nuestra especie —un futuro que, además, hoy exige cambios de enfoque urgentes en una gran cantidad de ámbitos.

Por todas estas razones, la formación de los maestros y educadores es crucial y amerita un  enfoque especial, precisamente por todas las responsabilidades, nunca exentas de una enorme nobleza, de los formadores, profesores y educadores del mundo.

Uno de los trabajos medulares del Instituto DIA es, precisamente, la preparación de maestros y formadores capaces de educar a través de la conciencia, la sensibilidad y el arte. Por eso, hemos hecho una selección de textos que, desde distintos lugares y enfoques, pueden alimentar y dar herramientas a quienes podrían ser los verdaderos catalizadores de la evolución de nuestras sociedades a través de la educación.

La República — Platón

Para Platón, la educación implicaba la capacidad de desarrollar ópticas que se alejaran de lo cotidiano, de lo que se ve a primera vista. Pero no solamente eso, para el filósofo, la educación era el único medio para la creación de sociedades más justas. En uno de sus libros más importantes, La República, plantea la famosísima alegoría de la caverna donde habla del “estado de nuestra naturaleza según esté o no esclarecida por la educación”. Se sabe que Platón fue un gran maestro —tuvo como alumno nada menos que a Aristóteles; sus palabras e ideas resuenan y enseñan miles de años después.

Emilio o de la educación — Jean-Jacques Rousseau

Este tratado sobre la educación era considerado por su autor (figura clave de la Ilustración) su mejor y más importante trabajo. El personaje ficcional que da nombre al libro, Emilio, es un maestro sentenciado a la hoguera por sus ideas en torno a la docencia. Tras la publicación del volumen de Rousseau, esta figura fue la inspiración para la creación del sistema nacional de educación pública francesa. Este libro establece cuestiones fundamentales, políticas y también filosóficas, sobre la relación entre individuo y sociedad. Rousseau creía en una bondad esencial del ser humano y su tratado establece que la educación debiera ser un aliciente de ella.

Ética para Amador — Fernando Savater

En un tono encantador y cercano, el filósofo español escribió este libro con una dedicatoria explícita a su hijo adolescente, Amador. Se trata de un ensayo que recorre temas fundamentales, explicados en términos sencillos, en torno a la ética, la moral y la filosofía. Al escribir este libro como una especie de carta dedicada a su hijo, Savater quería deliberadamente escapar de terminologías complicadas o especializadas. Por eso, es un libro que también puede ser leído por un joven estudiante. A grandes rasgos, esta obra es un ensayo abierto, alejado de dogmatismos, en torno a la ética y cómo esta está integrada por nuestras acciones.

La mente errabunda — Isaac Asimov

Asimov creía en el poder absoluto de la curiosidad y la importancia de la educación autodidacta, pero sobre todo, creía en la necesidad de implementar la creatividad en los métodos educativos. Estos planteamientos y muchos más (como la filosofía de la ciencia o temas tan relevantes como la censura) fueron incluidos en este libro que integra 62 ensayos en los que el escritor predice no solamente avances tecnológicos por venir, como bases de datos públicas, o la clonación de células —hoy todo esto es una realidad—, también supone un deslumbrante homenaje a las mentes inquisitivas, al conocimiento científico y a la libertad de pensamiento, creando un eje que toca tanto la creatividad como la educación.

Las vidas ocultas de los aprendices — Graham Nuthall

Este libro es un viaje que recorre partes desconocidas o poco exploradas de la vida y la mente de un estudiante. El profesor e investigador neozelandés Graham Nuthall divide en tres partes el universo del aprendizaje: el mundo público del profesor, el mundo de la comunidad de estudiantes y, finalmente, las experiencias del propio estudiante. A través de una investigación profundamente seria y respaldada, el autor ofrece importantes posturas sobre qué es exactamente lo que se necesita para que un estudiante aprenda, es decir, para lograr una educación de calidad.

La escuela que necesitamos — E.D. Hirsch

Este es un libro transgresor y muy relevante por ser una investigación basada en los más relevantes estudios científicos para desmontar algunos principios de la ideología pedagógica imperante en nuestras sociedades. Se trata de un estudio exhaustivo que reporta las fallas y propone urgentes cambios para mejorar nuestros sistemas educativos y lograr que estos sean útiles para toda clase de estudiantes.

El tío Tungsteno: Recuerdos de un químico precoz — Oliver Sacks

A pesar de no ser un libro sobre la educación propiamente, este volumen del genio de la neurología es un tesoro que examina de forma indirecta cómo la pasión, la curiosidad, el entorno familiar y el aprendizaje fuera de las aulas son elementos esenciales para un genuino amor por el saber y desarrollar el pensamiento crítico. Se trata de un libro autobiográfico en el que Oliver Sacks nos lleva a un viaje por su infancia en la Inglaterra de la Segunda Guerra Mundial, mientras él acompañaba a su padre, un doctor, a sus consultas. En el texto, y tal vez de forma involuntaria, Sacks describe lo que él considera el salón de clases perfecto (el mundo mismo) y la mejor manera de aprender (a través del juego). En el libro Sacks también habla del aprendizaje autodidacta a través de la historia de varios miembros de su familia.

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