Atención plena en equipo: colaborar aquí y ahora
Los beneficios de adaptar esta práctica de manera colectiva son innumerables.
La especie humana no sería lo que es hoy (tal vez no sería) sin su naturaleza colectiva. De manera instintiva, como si se tratase de un impulso de nuestra más profunda esencia, formamos familias, clanes, tribus y pueblos, determinados a vivir y sobrevivir juntos. Ese objetivo en común, el ser una comunidad, nos ha hecho sortear toda clase de crisis. Desde nuestro pasado más primigenio, nuestra especie permanece porque comparte un esfuerzo colectivo focalizado —cooperar para evolucionar, una lección extraída del origen de la vida.
La atención plena, por otro lado, es un método sencillo de meditación a través del cual es posible conectar mente y cuerpo en el momento presente para desarrollarnos armónicamente en el mundo (aquí la definición de mindfulness de Thich Nhat Hanh). Es, también, una invitación a existir en el aquí y en el ahora y enfocar la atención a lo que hacemos en el momento, sin importar la actividad que desarrollemos. Practicar la atención plena resulta beneficioso a nivel personal y afecta positivamente a nuestro entorno cotidiano. Pero esta práctica también puede desarrollarse de manera colectiva.
Ha sido tal la popularidad y eficacia de la práctica de la atención plena (mindfulness, en inglés), que ésta se ha adaptado de lo individual a lo grupal con fines profesionales. Y es que la complejidad de los entornos laborales en la actualidad ha llevado a la búsqueda de métodos que puedan adaptarse a sus intensas exigencias, y así aumentar la eficacia productiva y salud de empresas y otras comunidades de trabajo.
Nuestra realidad implica prácticas laborales exigentes y aceleradas, en las cuales es necesario resolver problemas y ejecutar tareas entre varios individuos con diferentes culturas, habilidades y especialidades. Esto podría implicar un gran riesgo: si el equipo no logra mantenerse equilibrado y enfocado, si hay problemas internos entre sus integrantes, o incluso, si uno solo de los miembros del grupo tiene problemas personales, la tarea del equipo se puede ver afectada y atrasada, y así también la productividad del resto del grupo.
La práctica de la atención plena en equipo tiene como fin que este funcione como un solo ente, un solo ser con una meta en común. Idealmente este organismo “plurihumano” se podrá adaptar orgánicamente a cada problema que surja en el proceso y ajustar a las necesidades del grupo para sacar adelante cualquiera que sea su proyecto en común.
Las bases de este tipo de práctica son las mismas que en la atención plena practicada de manera individual: a través de distintos ejercicios —entre los que destacan atender a la respiración, a los sonidos y a las sensaciones— se generan hábitos productivos positivos que provocarán compasión, calma y pensamientos sanos entre los miembros del grupo; esto a su vez lo mantiene equilibrado y presente, para lograr detectar y enfrentar los problemas a tiempo, al tiempo que es más fácil evitar conflictos.
Son tres los principios aplicados a la atención plena en equipo:
Permitir
A grandes rasgos, permitir se refiere a tener la sabiduría para aceptar la realidad del momento presente, y poder abordar cualquier tipo de situación de manera compasiva y abierta. Se trata de no gastar una cantidad excesiva de energía en pensar cómo debieron ser las cosas para que la situación fuera mejor, o en buscar a una persona responsable durante las situaciones de crisis. En lugar de eso, lo que este método propone es que el equipo entero se enfoque en resolver los problemas. Este principio se refiere a vivir el aquí y el ahora como equipo, y desde ese punto, accionar positivamente ante cualquier circunstancia adversa.
Algunas preguntas que podrían ayudar a practicar la atención plena en equipo: ¿cómo podemos ser compasivos con nosotros mismos y con los demás?, ¿cómo podemos escuchar y cuidar a nuestros compañeros?
Indagar
Este principio se refiere al desarrollo y uso de la curiosidad, y se aplica en tres niveles: 1) ser curioso sobre los otros miembros del equipo; 2) sobre el equipo como ente (sin dejar de tomar en cuenta sus particularidades); 3) y por último, ser curioso sobre las complejidades del entorno laboral.
Para un mejor desarrollo de esta habilidad, el equipo debe procurar momentos de pausa y reflexión —algo sólo aparentemente alejado del erróneo concepto que tenemos de productividad. Otorgar al equipo de trabajo estos lapsos, permitirá identificar aquellos hábitos que son útiles para el bien común y, por lo tanto, para la tarea grupal. Indagar es mirar y mirarnos con la capacidad de sorpresa de un infante.
Algunas de las preguntas que deberán hacerse los equipos para trabajar este principio son: ¿cuál es la mejor manera de pensar juntos de forma creativa?, ¿estamos escuchando a todos los integrantes de nuestro equipo?
Meta-conciencia
Este principio se refiere a la capacidad grupal para observar y producir experiencias desde distintas perspectivas, desde lo individual hasta lo colectivo. El equipo es un complejo todo conformado por individuos; esta totalidad inevitablemente genera dinámicas particulares.
El objetivo de la meta-conciencia es lograr detectar a tiempo las dinámicas y patrones que pueden estar entorpeciendo al grupo. Ejercicios sencillos y breves, como respiraciones profundas o alejarse del espacio de trabajo por breves lapsos de tiempo, permitirán más perspectivas, y de esta manera se podrán identificar en tiempo real todo tipo de patrones, nocivos o saludables. Este principio permite observar con claridad desde múltiples puntos de vista.
Algunas de las preguntas que pueden formularse para desarrollar la meta-conciencia son: ¿qué sucede dentro de nosotros (como individuos y como equipo)? Si no fuéramos parte de este equipo, ¿cómo solucionaríamos un problema en particular.
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Sin duda alguna los beneficios de aplicar la conciencia plena en equipo son muchos. Su práctica consciente y sostenida podría generar grupos de trabajo (en cualquier ámbito) más consistentes en el plano psicológico, en los que cada individuo participante experimente altos niveles de satisfacción personal y laboral —esto último, podría alejarnos del estrés causado por la presión para ser productivos a la que estamos acostumbrados.
Es indispensable recordar que somos seres interconectados. Frecuentemente olvidamos que otra de las particularidades de nuestra especie radica en sentir bondad y compasión por otros. Esto no debería ser diferente en el ámbito laboral y tampoco en el ámbito docente o estudiantil. Por esta razón, la atención plena en equipo es una de las muchas prácticas didácticas que utiliza el Instituto DIA con sus grupos de alumnos y mediadores dia.