Bondades de la bicicleta

05 | 02 | 2021

La bicicleta, quizás el medio de transporte más utilizado y ecológico en el mundo, también es un vehículo de libertad en varios sentidos.

Sentir el viento en el pelo, en la cara, en la piel, con la ropa revoloteando al ritmo de los pedales de una bicicleta, es una sensación única de energía y libertad. También es estimulante mirar el mundo desde esa perspectiva.

“¡Mira, mamá, sin manos!”, es una exclamación que, desde una bici, se transmite de generación tras generación. Una manifestación pura de logro, orgullo, alegría, vitalidad e independencia.

Ir y venir de la bicicleta en su historia

Los cronistas cuentan que la bicicleta moderna se presentó en la Exposición Universal de 1889. Los reporteros de aquel entonces la describieron como “pequeña hada metálica” y “libélula de metal”. También decían que “multiplica el poder de locomoción del hombre”.

En 1896, la bicicleta llegó a México. Además de considerarse una máquina extraña, era un artículo que solo la clase alta podía adquirir y que usaba como un mero vehículo de paseo. Sin embargo, pronto se integró en la vida cotidiana de muchos mexicanos. La bicicleta se convirtió en un eficiente medio de transporte y en un instrumento de trabajo. En algunas zonas, sustituyó al caballo, a la mula o al burro. Durante las primeras décadas del siglo XX, marcó una nueva época en México. No obstante, su uso disminuyó con la llegada del automóvil a mediados de ese siglo. Así, a donde no llegaba el “progreso”, era llamado despectivamente “pueblo bicicletero”.

Hoy, en todo el mundo, se considera que usar la bicicleta es la mejor forma de moverse. Ayuda a cuidar el medio ambiente y es inclusiva y económica. Asimismo, ahorra tiempo al sortear embotellamientos en ciudades y evita el sedentarismo. ¡Vaya vueltas que ha dado la bici en su historia!

Diario en bicicleta

David Byrne —músico, artista multimedia y quien fue vocalista y compositor de la banda Talking Heads— es un entusiasta de la bicicleta. Promueve el ciclismo urbano desde hace décadas, especialmente en Nueva York. Esta pasión la plasmó en su libro Diarios de bicicleta (2009), donde describe ciudades desde la perspectiva de la bici.

En la bicicleta “me sentía más conectado con la vida de la calle que en un coche. El ambiente callejero me envolvía y el estímulo se repetía en cada ciudad. Me resultó adictivo”, escribió Byrne. “Ese punto de vista es mi ventana panorámica hacia gran parte del mundo”.

Viajar en bicicleta nos conecta con el exterior y también con nuestro interior. Un paseo ciclista, con o sin rumbo, puede ayudarnos a conectar ideas, reflexiones y sentimientos. Como explica Byrne: “Tiene un efecto vigorizante y tranquilizador que me centra el resto del día. Al ser una actividad repetitiva, parece una forma de meditación, ya que favorece un estado mental que permite fluidez. Para quienes creen que su trabajo y creatividad proviene de este fluir, la bici es un buen instrumento para buscar esa conexión”.

Quizá lo que más agradece un artista como Byrne, es la liberación que siente al montar en bici: “No voy en bicicleta a todos lados porque sea ecológico o digno de elogio. Lo hago por el sentido de libertad y por el placer que me da”. También reconoce que muchas ciudades, con la promoción de uso de la bici, se están preparando para cambios que beneficiarán a todos. “Observar y participar en la vida de una ciudad por medio de la bici es uno de los grandes placeres que se pueden experimentar”. 

La bicicleta en tiempos pandémicos

Durante la pandemia por el covid-19, el uso de la bicicleta aumentó un 221% en la Ciudad de México. Se convirtió en la mejor alternativa al transporte público, ayudando a mantener la distancia social y así evitar contagios. En aquel entonces, mucha gente tomó conciencia de que moverse en bici, además de resultar una actividad saludable, es una manera idónea de desplazarse en sitos congestionados y evitar la contaminación ambiental.

Es loable que en lugares como la Ciudad de México y Mérida, Yucatán haya cada vez más carriles exclusivos para bicicletas y peatones. Esto puede derivar en espacios más acogedores y menos dependientes del automóvil. De hecho, muchas ciudades latinoamericanas están experimentando un renacer del uso de la bicicleta, convirtiéndose en sitios amigables y seguros.

El ciclismo como liberación de la mujer

Las amazonas contemporáneas montan en bicicleta. Stefan Zweig escribió en sus memorias que, en la Europa de finales del siglo XIX y principios del XX, a las primeras mujeres que osaban montar en bici a horcajadas, los campesinos les arrojaban piedras por atrevidas.

Por la misma época, en 1896, Susan Anthony, líder del movimiento estadounidense en la lucha por el derecho al voto de las mujeres, dijo al diario New York World que el ciclismo “ha hecho más por la emancipación de las mujeres que ninguna otra cosa en el mundo”. Por ejemplo, para montar en bicicleta, los vestidos largos y pesados y los corsés fueron sustituidos por la falda-pantalón, shorts y otras prendas más adecuadas para moverse. Aún hoy día, al menos en Latinoamérica, la mujer en bici reafirma su libertad e independencia.

Un vehículo equilibrado

La bicicleta no es desechable. Solo necesita poco mantenimiento y que la saquemos a pasear. Es un equilibrio perfecto entre el cuerpo humano y la máquina. Claro, andar en bici puede ser arriesgado. Es posible romperse la clavícula o ser atropellado, por eso es importante conducirla con precaución. Es que, como escribió el ilustrador y poeta Dr. Seuss: “Camina con cuidado y mucho tacto y recuerda que la vida es un gran acto de equilibrio”. Por otro lado, Albert Einstein dijo a su hijo: “La vida es como montar en bicicleta. Para mantener el equilibrio, debes seguir moviéndote”.

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