Canamayté: arquitectura maya y geometría sagrada
El movimiento y ritmo de la piel de la cascabel yucateca fue emulado en la arquitectura de los antiguos mayas.
Aún hoy sería imposible hacer un recuento exacto y cabal de toda la sabiduría que nos ha regalado la cultura maya. Gracias a su minuciosa observación del cosmos y de su entorno, los mayas llegaron muy temprano a conocimientos universales que no aparecerían en otras civilizaciones hasta siglos después. Ellos dejaron (en medio de la selva) piezas artísticas, sabidurías diversas y una arquitectura resplandeciente, basadas en la geometría y las matemáticas.
Los mayas construyeron con precisión insólita una multitud de edificios y templos que han sobrevivido al tiempo, a la intemperie y a un proceso de colonización sanguinario: ciudades que, de tanto en tanto, aparecen entre la exuberante selva maya (y que el explorador Frederick Catherwood retrató de manera notable).
Cada vestigio de piedra que se ha descubierto nos ha enseñado que para los mayas la arquitectura era, más bien, un lenguaje sagrado cuyo idioma era la geometría.
La geometría sagrada
Para los mayas, lo sagrado se sustentaba a sí mismo. Sus conocimientos de matemáticas y geometría se basaban en las precisas y profundas observaciones que hacían de la naturaleza.
La intención era crear un equilibrio con el entorno que tuviera una esencia duradera y que no solo respetara el lugar donde tomaba forma, sino que también fuera funcional respecto a él.
En el caso de la arquitectura, los conocimientos de la cultura maya trascendieron a las figuras. Entendieron, a través del uso de patrones y proporciones, la esencia de la construcción. De acuerdo a estudios hechos por en la Facultad de Arquitectura del UNAM, hay indicios de que desde la época precolombina los mayas usaban planos y volúmenes para edificar sus ciudades.
Pero además de la precisión matemática que lograron en sus construcciones (gracias al empleo de los números y a sus avanzados estudios astronómicos), los mayas usaron la geometría para diseñar sus espacios. Fueron amantes de la estética que los rodeaba y emularon las formas que había a su alrededor; un ejemplo de esto es su fascinación por la piel de las serpientes.
¿Qué es canamayté?
Uno de los ejemplos más deslumbrantes de la búsqueda de los mayas por patrones geométricos (y de la profunda inspiración que les representó el mundo natural) se puede observar en la fascinación que tenían por la cascabel yucateca, una serpiente venenosa cuyo nombre científico y en maya es Tzacaban.
Para los antiguos mayas este reptil era sagrado y venerado al punto de que las preciosas siluetas que presenta en su dermis aparecen talladas en una infinidad de estructuras arquitectónicas. Algunas leyendas narran que, dentro de su piel áspera retacada de figuras, está el secreto de nuestra existencia.
Los adornos del dorso de la cascabel yucateca representaban para los mayas un patrón matemático en movimiento, un modelo geométrico dinámico formado por una serie de cuadrados que eran conocidos como caynamaté. Se trata de un tipo de figura que se transforma cuando la cascabel se mueve: los cuadros de su piel se convierten en rombos, para luego volver a ser cuadros.
Este modelo geométrico, que no deja de estar nunca en movimiento, ayudó a los mayas a resolver enigmas arquitectónicos complejos. Según el INAH, la geometría en la piel de estas serpientes los ayudó a edificar complejos tan importantes como Uxmal o Chichén Itzá. Además, se cree que estos hallazgos matemáticos fueron usados para construir los conventos franciscanos del siglo XVI y, también, para crear soluciones hidráulicas en Yucatán.
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En una búsqueda por preservar y celebrar a los mayas —la antigua civilización y, también, la cultura viva que son hoy— nace Baktún Pueblo Maya, una iniciativa de La Vaca Independiente que trabaja en el registro y la difusión de distintas prácticas culturales de las comunidades mayas actuales en la península de Yucatán —tesoros vivos de nuestro país.