Consejos para practicar la reciprocidad y tejer una auténtica comunidad

04 | 09 | 2020

El secreto para articular un mundo mejor, podría radicar en cultivar la reciprocidad.

Es tiempo de cultivar la reciprocidad. Ésta podría ser la clave para tejer mejores relaciones y auténticas comunidades. Sin embargo, se trata de un concepto que hay que revisar, comprender y encarnar, antes de realmente poder transformarlo en una actitud cotidiana. 

Tenemos una noción generalizada de que la reciprocidad es, en palabras de la Real Academia Española, la “correspondencia mutua de una persona o cosa con otra”. Pero esta definición parece implicar que en una relación entre sujetos o cosas, ambas partes están en igualdad de condiciones; de tal manera que lo que uno da, le debe ser devuelto en exactamente la misma medida. Y todos sabemos que las relaciones son considerablemente más complicadas.

Mientras que la reciprocidad sí es una medida para equilibrar la energía entre los sujetos que conforman una relación, la tensión siempre está presente, las condiciones de los vínculos humanos siempre están cambiando y el equilibrio nunca podría ser perfecto.

Llevada a su extremo, la reciprocidad implicaría que a cada acción corresponde una reacción de exacta magnitud, pero en la dirección contraria: “ojo por ojo, diente por diente”. Sin embargo, podemos valernos de la reciprocidad como una estrategia para transfigurar los aspectos negativos de cualquier relación. 

Podemosimaginar que nuestras acciones son como olas que chocan contra la playa: interminables, irremediablemente violentas —porque modifican el estado de las cosas con su energía— y que impactan el frente, pero también el fondo. Esto quiere decir queno podemos evitar afectar a quienes nos rodean, pero sí procurar que esa afección sea cuidadosa, que ese impacto sea reconfortante para ellos y para nosotros. Al final todos, playa y olas, nos afectamos y somos afectados simultáneamente.

Desde esta actitud de empatía, podemos utilizar la reciprocidad como medio para practicar el agradecimiento y como un signo de confianza: no exigimos el equilibrio ideal, pero sí apuntamos a construirlo con nuestras propias acciones. Además, podemos cultivarla para prolongar la vida de nuestros vínculos: si ofrendamos bienestar a quienes nos lo procuran, es más probable que logremos mantenernos unidos. 

La reciprocidadhabita hasta en las acciones más sutiles; pero también es la base para gestionar economías circulares y solidarias —un uso moderado de los recursos naturales, por ejemplo, o el acto de hacer sentir bienvenida a nuestra comunidad a cualquier persona.Comienza a practicarla en la vida cotidiana. Te compartimos algunos consejos para lograrlo.

  1. Sé recíproco con tu propio cuerpo y subjetividad. Vivir es desgastar el cuerpo. No hay acto más recíproco que recargarlo de energía. Nútrete, cuídate, descansa, compréndete, abrázate.
  2. Sé recíproco con la naturaleza. Todos los recursos que utilizamos para existir son, en última instancia, extraídos del ambiente. Equilibra tu relación con la tierra; consume moderadamente; busca estrategias para reducir tu huella de carbono y desechos inorgánicos; haz composta; siembra un jardín o una huerta; cuida un árbol o una jardinera urbana; cuida a los animales.
  3. Cuida de quien te cuida. Quienes te rodean —especialmente tus familiares, compañeros de casa, amigos, compañeros de trabajo, parejas— hacen mucho por ti, aunque no siempre lo notes. Trata con cuidado y aprecio a quienes te rodean. Mejora los espacios que cohabitas. Procura una comunicación clara. Respeta los espacios de silencio. Colabora. Busca formas con las que te sientas cómodo de hacer saber a otros lo que sientes y de corresponder cariño.
  4. Sé recíproco también con los desconocidos. El mundo está articulado por millones de mentes, miradas y manos que no conoces. Se trata de las personas que cultivan lo que te comes; que recogen y separan la basura que produces; que se aseguran de hacerte llegar a casa los productos y servicios que necesitas; que barren las calles que transitas. Tú mismo tienes una función que para otros es invisible. Sé gentil con los que te rodean. Procura a los otros. 
  5. Enseña reciprocidad. Sé generoso y sé recíproco; pero no esperes reciprocidad. Cuidar del medio ambiente no hará automáticamente que tu jardín se llene de frutas y hortalizas. Ser amable con tus vecinos no resolverá los conflictos de tu colonia. Pero ser recíproco y enseñar a otros a serlo es la mejor forma de acercarte a un estado de equilibrio. Retorna la experiencia que, con un poco de suerte, te han producido estas palabras. Comparte nuevas formas de navegar.
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