Ecohumanismo: un mundo más allá de lo humano
El término ecohumanismo surge de la necesidad de entender que la cultura y la naturaleza son indisociables; aquí una breve introducción a este concepto neoparadigmático.
Una de las primeras condiciones de la felicidad es que el vínculo entre el Hombre y la Naturaleza no se rompa.
—León Tolstói
Ser humano, podría decirse, es la búsqueda interminable de sentido. Así lo ha relatado interminables veces su historia; se asoma sin pudor en expresiones artísticas y en numerosos supuestos filosóficos.
El humanismo es una de las filosofías en donde esto queda manifiesto. Como sucede en cualquier línea de pensamiento, el debate es siempre constante. Dentro de ese caos inevitable, se revela su significado, pero también su punto de inflexión: el ecohumanismo. Entendamos por qué, primero.
Pensamiento antropocéntrico
El concepto de humanismo —polisémico a la fecha— se usó por primera vez en el siglo XIX por eruditos alemanes, basándose en el concepto de humanitas del estadista romano Marcus Tullius Cicero. Actualmente, es un término que se usa comúnmente para estudiar y reflexionar sobre la sublimación de lo que nos hace humanos. Es decir, basado en axiomas tanto morales como racionales, apuesta por la supervivencia de la especie y su bienestar (individual y colectivo). Algunos dirían que se trata, simplemente, de cultivar el sentido común.
Pero en 2002, Robert Tapp le puso nombre a las grietas que ofrecía esta dimensión interpretativa. En el libro Ecohumanismo que editó, se exploró una crítica fundamental que ha circulado a las humanidades: esa tendencia antropocéntrica de enfocarse solo en el ser humano, y dejar al entorno y otras especies de lado.
¿Qué es el ecohumanismo?
Para ser un concepto, es sin duda joven. El término como tal aún no se encuentra en diccionarios, pero su relevancia es evidente —de hecho, ya existe una revista académica que lleva su nombre—. Ecohumanismo pretende fusionar, como podremos imaginar, a la ecología y al humanismo. Se trata de un esfuerzo donde los estudios alrededor de la ética y la moral se encuentran a una ciencia que con datos afirma: “ya no podemos pensarnos más como elementos separados del entorno”. La cultura y la naturaleza no se deberían entender ni estudiar como elementos inconexos.
El humanismo está comprometido con el desarrollo de las comunidades humanas y, como tal, hoy es imposible que no esté preocupado por la degradación medioambiental. Por eso, el ecohumanismo es vital. Como se explica en el proyecto de Ecohumanism Research, es un enfoque que tiene el potencial para ayudar a los humanos a prosperar, mientras los prepara para los desafíos científicos y tecnológicos del siglo XXI, y más allá”.
El reflejo que necesitamos
El ecohumanismo es un síntoma claro del mundo en el que vivimos. Es un recordatorio, sin duda, de que nos encontramos en medio de una crisis climática —que entendemos es también social—, pero asimismo una filosofía que resuena con esperanza. El primer paso para atender cualquier problemática parte de la posibilidad de nombrarlo. Y aquí no solo eso se hace evidente, sino que ofrece un camino donde imaginar otro mundo mejor para todos los seres que lo habitan es factible y probable.
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Actualmente, existen proyectos que remiten a las ideas del ecohumanismo. Ese es el caso de Baktún Pueblo Maya, una iniciativa que trabaja a favor de la conservación biocultural de la península de Yucatán, y de Sal a Pajarear, programa de observación e identificación de aves que se extiende en la misma región, gracias a la participación de jóvenes y voluntarios amantes de su entorno natural.