El cielo nos habla

16 | 03 | 2021

Nuestra conexión con los astros es antigua y profunda. Estos son algunos sucesos astronómicos que cambiaron la historia de la humanidad…

Estamos hechos de polvo de estrellas, se dice popularmente. Es una idea fascinante: pensamos al cosmos y los cuerpos que ahí existen tan lejanos a nosotros, que considerar que nuestros huesos, por ejemplo, están hechos de ese mismo material galáctico podría sonar, en un primer momento, irreal. No lo es. No solamente el cosmos se encarna en nuestra dimensión material, también es parte de la interioridad humana. Nuestra profunda conexión con el universo resulta evidente en la historia de nuestra especie: sus religiones, mitologías y, también, en las muchas formas en las que algunos fenómenos astronómicos han cambiado el curso de la historia —algo que nos recuerda que no solo nos encontramos en el universo sino que, en efecto, somos el universo.

A lo largo de la historia del hombre en el planeta Tierra han tenido lugar algunos sucesos astronómicos —cometas, lluvias de estrellas y eclipses, por ejemplo— que han sido leídos como señales de algo más (como si el cielo y los cuerpos celestes estuvieran conectados con nuestra realidad de una forma casi mágica y pudieran comunicarse con nosotros en un lenguaje cósmico destinado a ser decodificado por nosotros). Sobreviven registros astronómicos de la cultura babilónica, los documentos más antiguos que tenemos del interés del hombre por registrarlos y entenderlos. Pero cada cierto tiempo, a lo largo de nuestra historia, han tenido lugar sucesos que cambiaron el curso de ciertos acontecimientos importantes.

Kometenbuch, (1587).

Uno de los ejemplos más antiguos de los que tenemos registro es el eclipse total de sol que tuvo lugar en 585 a.C. En sus escritos, el griego Heródoto narra que, años atrás, Ciáxares, rey de los medos, comenzó una guerra contra el reino de Lidia (hoy en Turquía) porque su rey no quería entregarle a un grupo de escitas, pueblo de origen iranio, que lo habían desobedecido y retado. Tras seis años de guerra, durante una batalla “el día se convirtió en noche”, según lo narrado por Heródoto, tras lo cual los dos ejércitos quedaron horrorizados y cesaron de pelear. A partir de ese momento los dos reinos pactaron la paz.

Un caso similar sucedió unos 28 años después. El filósofo e historiador Jenofonte narra que la antigua ciudad de Larissa, a orillas del Río Tigris (hoy Irak), había soportado los asedios de los ejércitos persas durante años gracias a las enormes murallas que la delimitaban. Pero el 19 de mayo de 557 a.C., narra el historiador griego, “una gran nube cubrió el sol” y, movidos por el terror, sus habitantes la abandonaron, dejándola despoblada e indefensa ante los persas. En ambos casos, quienes atestiguaron los eclipses los leyeron como un presagio codificado en el cielo.

Otro eclipse famoso es el descrito en los evangelios bíblicos y que coincidió con, nada menos, que la crucifixión de Jesús. De acuerdo con lo escrito en el Evangelio según Lucas, en el momento de la crucifixión “surgió una oscuridad en toda la Tierra”, algo que también se menciona en los evangelios de Mateo y Marcos. De hecho, se sabe que hubo un eclipse de sol en esa región el 24 de noviembre del año 29. Los historiadores han tratado de crear una cronología detallada de aquella época, y el eclipse descrito en la Biblia podría ser una importante pista.

Existe un cometa que, en sus muchos tránsitos cerca de nuestro planeta, ha sido leído de distintas maneras, el Cometa Halley, que transita cerca de la Tierra cada 75 o 76 años. En el año 1066, por ejemplo —antes de que el astrónomo Edmond Halley lo bautizara con el nombre que hoy lo conocemos— el paso del famoso cometa fue interpretado como un mal presagio para el rey inglés Haroldo II y un buen presagio para el rey normando Guillermo “el Conquistador”: el 14 de octubre de ese año se libraría la famosa Batalla de Hastings. La victoria de Guillermo marcaría el inicio de la invasión normanda a Inglaterra.

Tapiz de Bayeux (siglo XI).

Casi un siglo después, en 1135, la corona inglesa volvería a ver su destino marcado en el cielo. Entonces, un eclipse solar coincidió con la llegada de  Esteban de Blois (sobrino del rey Enrique I, que había fallecido poco antes) al trono inglés, una época que sería conocida por su anarquía y por la guerra civil que resultó de la pelea por el trono entre Esteban y Matilde, hija del difunto rey y heredera legítima del trono.

Un ejemplo más cercano a nosotros es la victoria de Lorenzo de Arabia en 1917. En este caso, se trató de un eclipse lunar, en el que las condiciones astronómicas hicieron que la luna se viera color rojo. En julio de aquel año, durante la revuelta árabe contra el Imperio Otomano, las tropas árabes temían que la luz de la luna llena afectara su ataque nocturno. Lorenzo, que sabía que ese día habría un eclipse, le aseguró a las tropas que la luna desaparecería durante algunos minutos. Ante el fenómeno, el ejército turco, distraído y aterrorizado por la desaparición del satélite, perdió el puesto militar por el cual luchaba esa noche .

Imagen de Un Autre Monde de J.J. Grandville’s (1844). 

La lista de sucesos astronómicos que han cambiado las decisiones de los hombres en su historia es larga, y es probable que los registros de muchos de ellos se hayan perdido en el tiempo. Sin embargo, estos pocos ejemplos nos develan los muchos lenguajes de nuestro universo que, como el del firmamento, alimentan la imaginación del ser humano, un deslumbrante recordatorio de nuestra profunda relación con los cielos.

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