El colibrí de jade, una leyenda maya

07 | 05 | 2021

Para los mayas, los colibríes son los mensajeros que llevan de un lugar a otro los deseos y pensamientos de los hombres y los dioses.

Por su inverosímil velocidad y su casi inmaterialidad, por su delicadeza y potencia, los colibríes nos generan una enorme fascinación desde tiempos inmemoriales. Entre las culturas nativas de América del Norte —como los indios Hopi—, las grandes culturas mesoamericanas, como la mexica, los pueblos caribeños y hasta la Patagonia, esta ave nativa del continente americano ha sido protagonista de mitos, leyendas y cosmogonías de esta región del mundo. La antigua cultura maya no fue la excepción: esta ave ocupa un lugar singular en su visión del universo.

Para los mayas, el colibrí es un mensajero por voluntad de los dioses. Su calidad etérea, y casi divina, quedó destilada en una hermosa leyenda que nos deja ver no solo la profunda relación que la cultura maya tuvo (y tiene) con el mundo natural; también nos recuerda que la naturaleza y lo divino son elementos indisociables. Las leyendas son tesoros de las civilizaciones humanas, compendios de conocimiento ancestral, y la leyenda del colibrí de jade es hoy más vigente que nunca.

Cuando los dioses crearon el mundo, asignaron una tarea a todo lo que lo habitaba. Piedras, árboles y animales tenían, cada uno, una misión. Pero al terminar de crear el universo, se dieron cuenta de que habían olvidado algo imprescindible: un ser que tuviera la tarea de llevar de un lado a otro sus deseos y pensamientos, un mensajero.

Los dioses entonces se dieron cuenta de que ya no tenían maíz ni barro, materiales con los que habían creado a todos los demás seres. Fue entonces cuando encontraron un pedazo de jade y lo tallaron en forma de una pequeña flecha. Luego soplaron sobre ella, y esta salió volando a toda velocidad. El pequeño trozo de jade era un colibrí (x ts’unu’um, en lengua maya).

La leyenda cuenta que la delicadeza de este ser le permitía acercarse a las flores sin mover uno solo de sus pétalos, y que todos los colores del arcoíris brillaban en su plumaje. Además de ser los mensajeros de los dioses, los colibríes también se volvieron los portadores de los pensamientos y deseos humanos. Incluyendo los mensajes de los muertos.

Los hombres, entonces, intentaron capturar al ave y adornarse con sus plumas. Pero los dioses se enojaron y lo prohibieron, diciéndoles que cualquier hombre que capturara a un colibrí sería castigado. Es por eso que los colibríes nunca han sido aves cautivas por el hombre.

Desde entonces, se dice que la cercanía de un colibrí es de buena suerte. Pero no solo eso, su presencia también indica que alguien te ha deseado el bien, y que el ave llevará tus pensamientos y deseos, tan ligeros como el, de un lugar a otro.

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