El medio ambiente en el centro de la Agenda 2030
Transformar nuestra relación con el planeta es el principio para lograr una sociedad sostenible, inclusiva y pacífica.
Como los Objetivos del Milenio fijados por las Naciones Unidas en el 2000, la Agenda 2030 es un plan de acción global para enfrentar los mayores desafíos humanos actuales: la prominencia de la pobreza y el hambre; el aumento de la desigualdad entre y dentro de los países; el imperativo de hacer germinar sociedades más justas, inclusivas y sostenibles; la ubicuidad de la violencia y la discriminación; y, sobre todo, la lucha contra el cambio climático.
No obstante, a diferencia de aquellos, la Agenda 2030 tiene un sesgo menos economicista: no se enfoca exclusivamente en indicadores financieros como el producto interno bruto, la renta per cápita o la aplicación de la tipología países en desarrollo-desarrollados para valorar la progresión de sus esfuerzos, ni encauza la aplicación de sus principios a un mero esfuerzo gubernamental. En lugar de ello, desarrolla propósitos más concretos en un par extra de rubros: la inclusión social (con planes tendientes, por ejemplo, a la promoción de la salud y el bienestar, la educación, la seguridad o la resiliencia) y la protección del medio ambiente (donde se incentivan planes para el cuidado de los mares, la transición asequible a energías sostenibles y el consumo responsable).
En su esencia, los tres rubros combinados (crecimiento económico, inclusión social, protección del medio ambiente) y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en los que abrevan están animados por tres principios: la universalidad de su aplicación, la integralidad de sus esfuerzos y enfoques, y la norma de no-rezago (es decir, que nadie se quede atrás en este empeño colectivo ni que su provecho sea exclusivo de un grupo privilegiado; que se reconozcan la multidimensionalidad de las crisis, la especificidad tanto de las experiencias como de las necesidades locales y las potencias de cambio de todos los agentes).
Acción global por el medio ambiente
El cambio climático es la problemática seminal que atiende la Agenda 2030, puesto que el resto de las crisis están constreñidas, de alguna u otra manera, a ella: transformar nuestra relación con el planeta es el principio insoslayable del éxito del resto de nuestras pretensiones, en la medida en que todas ellas están condicionadas por la disponibilidad de recursos y su explotación equilibrada. Terminar con la pobreza y el hambre, por ejemplo, será posible si aseguramos las condiciones ambientales que abastezcan el sistema alimentario global; para garantizar una vida sana debemos sortear los trastornos y las afecciones que han aparecido y se han agravado debido a la crisis climática; y cultivar comunidades más justas, pacíficas, incluyentes y solidarias implica rectificar las circunstancias que ocasionan desigualdades sociales.
En esta medida, a cada uno de los ODS le incumbe un compromiso determinado con la regeneración natural, aun cuando en principio atañan esencialmente a la reconstrucción social o al desarrollo económico. Sin embargo, seis de ellos son propuestas concretas que acentúan la primacía del interés ambiental y elaboran planes concretos de acción:
- Objetivo 6: Garantizar el acceso universal al agua limpia y el saneamiento.
- Objetivo 7: Proveer a todos energías limpias, sostenibles, seguras, modernas y no privativas.
- Objetivo 12: Asegurar modalidades de producción y consumo sostenibles.
- Objetivo 13: Adoptar estrategias oportunas para contrarrestar el cambio climático y sus efectos.
- Objetivo 14: Conservar y aprovechar de forma sostenible los mares, los océanos y los recursos marinos.
- Objetivo 15: Proteger y promover la explotación sostenible de los ecosistemas y poner un freno a la pérdida de biodiversidad.
Desarrollo Humano Integral en favor de la naturaleza
Otro de los elementos que diferencian a la Agenda 2030 del espíritu que le dio vida a los Objetivos del Milenio es su régimen multiestrato. Si los Objetivos originales entrañaban un mero esfuerzo gubernamental para su ejecución, la Agenda 2030 está regida más bien por una índole más sistemática e integradora, donde los sujetos de esta transformación son también sus agentes de cambio: como lo anuncia el último de los ODS, la agenda pretende reunir y coordinar el trabajo y la creatividad de la sociedad civil, la academia, el sector privado y los gobiernos para cumplir sus cometidos.
Los objetivos planteados por la Agenda 2030 buscan resolver amenazas que competen a todo el mundo, pero en su proceso de resolución efectiva reconocen también la heterogeneidad de las demandas, las estrategias y los intereses de los diversos actores involucrados. Por tanto, aunque los principios que los rigen son universales, el despliegue de fuerzas para encausarlos está condicionado por las demandas propias de cada territorio y las comunidades que lo habitan. Por ello, uno de los quehaceres fundamentales en esta cruzada universal es la fundación de un sistema de comunicación general que permita conciliar y coordinar la complejidad de este tejido.
Para responder a este llamado, La Vaca Independiente ha impulsado un gran número de iniciativas y programas enfocados en satisfacer los ODS, como Sal a Pajarear Yucatán, La Voz de la Selva o Baktún Pueblo Maya, cuya bandera común es el rescate y la conservación del patrimonio biocultural de la península, y además ha sido convocada para acompañar la concepción de programas externos similares, en los que ha puesto en práctica su metodología de facilitación para generar espacios de reflexión, diálogo y reconocimiento mutuo en torno a la conservación medioambiental y el uso sostenible de recursos, como en el programa Kaanbal Suut, diseñado junto al Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza y la Fundación Packard para fortalecer —a través de capacitaciones técnicas y el establecimiento de una red cooperativa— las capacidades internas y de liderazgo de organizaciones de la sociedad civil en la península de Yucatán, y para vigorizar su impacto en la conservación ambiental y la sostenibilidad en la región.
Como este, La Vaca Independiente ha participado en otros esfuerzos de trabajo coordinado, en los que ha concebido, de la mano de sus aliados, un gran número de estrategias de seguridad para encarrilar el aprovechamiento de los recursos naturales hacia una vía sostenible, propiciar la creación de redes cooperativas, cuidar la integridad de los defensores del medio ambiente o promover el reconocimiento de los ecosistemas. En todos estos esfuerzos, La Vaca Independiente ha tenido un rol bifásico: concebir y sustentar los espacios y las herramientas de trabajo necesarios para hacer florecer diálogos generativos, así como diseñar, echando mano del modelo de desarrollo humano integral dia, procesos de transformación individuales en los que los participantes han adquirido herramientas personales que les permiten co-crear y tejer redes de cooperación en favor del medio ambiente, pero también de la seguridad alimentaria, el bienestar y la educación.