Hablar con el agua
La obra del artista argentino Eduardo Navarro conjuga el arte y la ciencia para reflexionar sensiblemente sobre el mundo que nos rodea.
Nos enfrentamos, desde hace varios años, a una crisis ambiental que solo parece incrementar de manera exponencial. Las formas de producción y consumo establecidas desde la Revolución Industrial, aunadas a un desarrollo desmedido de aparente o falsa dependencia de necesidades así como a estilos de vida particulares, han provocado niveles de contaminación y desgaste en el entorno natural que van en aumento constante, al punto de llegar a ser y vislumbrarse como insostenibles. Espacios que se han visto profundamente afectados son aquellas zonas naturales que se encuentran aledanãs a las grandes ciudades. En este sentido, el Río de la Plata, localizado junto a Buenos Aires, Argentina, tiene tal nivel de contaminación y sedimentos dañinos que la calidad del agua se ha visto deteriorada, lo que ha afectado el funcionamiento natural del ecosistema del que forma parte.
Tratamiento homeopático para el Río de la Plata fue un ejercicio realizado en 2013 por el artista Eduardo Navarro (Argentina, 1979). La trayectoria artística de Navarro se caracteriza por encontrarse en los intersticios y cruces entre el arte y la ciencia. Para realizar sus proyectos, colabora con diversos especialistas (científicos, arqueólogos, abogados, bailarines, etcétera) que le permitan desarrollar la tecnología necesaria para el estudio del caso en turno. Sin embargo, su aproximación al arte y a los objetos es siempre a través de la experiencia sensible, considerando que el arte tiene la capacidad de crear nuevas posibilidades perceptivas del mundo que nos rodea.
Tratamiento homeopático para el Río de la Plata y otras obras, como Poema volcánico (2014), buscan expandir el sistema sensorial del cuerpo humano, intentando mostrar a través de la experiencia artística aquello que no alcanzamos a asir con nuestros sentidos. Navarro se interesa, también, en las relaciones afectivas y sociales que pueden producirse a partir de sus obras. Esto deriva en prácticas colectivas y participativas, al interior de las cuales las líneas entre observador y objeto observado suelen difuminarse. Este sería el caso, por ejemplo, de Octopia (2016) y de XYZ (2015), ejercicios grupales que centraban su atención en el cambio de percepción y sistema de pensamiento potenciado por la obra.
En Tratamiento homeopático para el Río de la Plata, Navarro propone acercarse al Río de la Plata yendo más allá de los límites de la percepción humana: aquello que no alcanzamos a distinguir a simple vista, pero aun así existe. Toma como punto de partida las investigaciones del Dr. Masaru Emoto, científico japonés con un doctorado en medicina alternativa, quien dedicó su vida a explorar nuevos caminos para entender los cuerpos acuáticos.
Emoto realizaba ejercicios en los cuales estudiaba al agua después de exponerla a distintos estímulos externos (música, insultos, halagos, rezos y palabras). Al final de cada ejercicio, las estructuras cambiantes de los cristales acuáticos fueron examinadas para poder calificar el nivel de bienestar del agua. Cuando el agua era expuesta a halagos o rezos, los cristales eran más complejos y llamativos; cuando era insultada, los cristales parecían poco sofisticados. Emoto afirmaba que el agua tenía reacciones a las condiciones emocionales y a los cambios en su entorno. A partir de esta noción, el agua se contempla entonces como una especie de ser vivo capaz de reaccionar ante la energía que se le proyecta, algo similar a los sentimientos.
Por lo tanto, el trabajo de Eduardo Navarro consistió en colocar un tripié de metal con una esfera de acrílico que dosificaba al río una solución homeopática llamada Nux Vomica 200. El instrumento se instaló entre diciembre de 2013 y febrero de 2014. El proyecto fue acompañado de una publicación en la que se registraba una conversación previa entre Navarro, una historiadora del arte, una bióloga y un doctor homeopático. Es durante este intercambio que el artista y el grupo de expertos concibieron el método óptimo para “tratar al Río de la Plata”.
Una vez iniciado el tratamiento, Navarro recaudaba muestras de agua de manera semanal, las congelaba y las llevaba a la Universidad Maimónides, en Buenos Aires, donde usaba el laboratorio para tomar fotografías microscópicas de alta velocidad para visualizar los cristales acuáticos. El ejercicio tenía también algo de absurdo y cercano a la ciencia ficción al contemplar como principio de estudio si el entorno natural y sus interacciones con la humanidad podían ser alterados a través de la máquina y la medicina. A diferencia de Emoto, Navarro no pretendía que las fotografías permitieran llegar a una conclusión definitiva, sino que fueron una rama más de su ejercicio artístico.
De esta manera, el artista desarrolló un proyecto en el cual la ciencia y la medicina alternativa se unían para aproximarse al Río de la Plata como un ser vivo, entendiéndolo como algo más que la suma de sus componentes químicos. Abriendo la puerta a cuestiones subjetivas, afectivas y experienciales, la obra pone en tensión los datos científicos objetivos y se inserta en una tradición de modificar y expandir la consciencia y percepción humanas.
Basándose en el principio de la memoria del agua, Navarro propone un cambio de entendimiento sobre el río. Considerando que si el trato de las personas afectaba al río, el tratamiento podía ser un espejo de la sociedad. La pieza buscó —y busca, en tanto aún resuena— tejer puentes entre las personas y el cuerpo acuático, para que quizá de esta forma logremos modificar la energía que le proyectamos desde nuestra propia esfera.
En la conversación que tuvo Navarro con los expertos, se menciona que los habitantes de la ciudad de Buenos Aires no suelen dedicarse a contemplar el río o pensar en él. Esto puede ser cierto en otros entornos que nos rodean, ya que poco solemos detenernos en nuestras vidas cotidianas a reflexionar cómo los elementos vitales también se pueden ver afectados por nuestras pequeñas o grandes acciones y decisiones. Más allá de eso, el artista nos propone entender la contaminación y nuestra relación con el medio ambiente desde otra perspectiva. No se trata únicamente de considerar los datos duros y evidencias científicas —que demuestran cómo nuestro modo de vida destruye a la naturaleza—, sino de que intentemos cambiar las maneras en que la entendemos y nos relacionamos con ella.
Tratamiento homeopático para el Río de la Plata sugiere, finalmente, que el río no es una entidad pasiva y silenciosa y que los seres humanos y la sociedad no hemos sido capaces de desarrollar las habilidades necesarias para percibir lo que está intentando comunicar. Esta obra pone en evidencia que el arte es un relevante productor de conocimiento, y abre la posibilidad de que el río hable con el espectador a través de las fotografías tomadas por el artista.