Liderazgo de jóvenes a jóvenes: un nuevo camino para la mediación

01 | 09 | 2021

Este verano, alumnos de la UIMQROO adquirieron las primeras herramientas con las que podrán idear nuevos rumbos para el bien de sus comunidades y acompañar a otros jóvenes en su desarrollo integral.

El 9 de agosto cerró la primera formación de verano del Programa de liderazgo de jóvenes a jóvenes, un trayecto formativo que Baktún Pueblo Maya impartirá a un grupo de alumnos de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo (UIMQROO), para darle forma a una nueva generación de mediadores culturales.

Este programa está enfocado en satisfacer dos objetivos básicos: potenciar el desarrollo humano integral y el bienestar de los jóvenes participantes, pero también crear redes de liderazgo y cooperación juveniles que promuevan tanto el rescate del patrimonio biocultural como el bienestar social de las comunidades mayas.

Un diálogo intergeneracional e intercultural

Este curso es uno de los primeros frutos que se han cosechado del convenio de colaboración que el pasado 6 de mayo firmaron representantes de Baktún y de la UIMQROO, en el que acordaron acompañar a un grupo entusiasta de alumnos de la misma universidad con el modelo de liderazgo juvenildel Programa Mediadores y Promotores Culturales. En total, la ruta educativa durará un par de años, divididos en cuatro módulos semestrales a los que se agregará otro suplemento veraniego. En ella participarán mediadores y promotores culturales junto con líderes del equipo de Baktún, coaches de campo y expertos que asesorarán a los universitarios en el diseño y la implementación de proyectos comunitarios.

En este trayecto, los jóvenes adquirirán diferentes habilidades sociales, afectivas, comunicativas y de liderazgo, junto con herramientas tecnológicas, documentales y de mediación que les permitirán gestionar proyectos para el rescate de las riquezas naturales y culturales mayas. Además, tras su graduación recibirán una constancia de participación y un certificado que los acreditará como mediadores dia. Para ello, también deberán asumir los siguientes compromisos: asistir a los cursos de formación; facilitar sesiones; acompañar, mentorear y monitorear a sus grupos de promotores; participar en encuentros con las comunidades; liderar proyectos; e involucrarse en actividades de autoaprendizaje y desarrollo cultural.

Después de una fase propedéutica, el viernes 25 de junio se llevó a cabo la sesión de introducción y bienvenida, en la que los participantes conocieron el plan de aprendizaje y comenzaron a reconocerse como una sola comunidad que recorrerá un mismo itinerario. El siguiente lunes, los jóvenes asistieron a la primera sesión formal, en la que tuvieron su primera experiencia dia, y una semana más tarde inició el primer periodo de prácticas del programa. El viernes 9 de julio se llevó a cabo la sesión de cierre de este ciclo introductorio para dar paso a las primeras prácticas en mediación, en las que los muchachos se dividieron en diez equipos con los que facilitaron temas diversos, como el cuidado del medio ambiente y las relaciones entre la comunidad y la cultura.

Tras las sesiones introductorias y las prácticas en mediación, los alumnos tuvieron que elegir cómo continuarían su trayecto de verano: practicando en más sesiones dia con familiares, amigos y vecinos de su comunidad, o bien participando como voluntarios en el curso de verano de los Guardianes Culturales, organizado por Baktún Pueblo Maya. Cuando estas prácticas de verano llegaron a su fin, el pasado 9 de agosto la comunidad de mediadores volvió a reunirse para compartir los aprendizajes y reflexiones que les dejaron estas nuevas experiencias.

Muuch´ Kaambal: el comienzo de la aventura

La sesión introductoria del 25 de junio sirvió para cimentar los vínculos de camaradería entre los asistentes. Al inicio del encuentro, las líderes de Baktún les pidieron a los muchachos que pusieran alguna reacción virtual en sus pantallas si se identificaban con una serie de predicados, como “Yo soy quintanarroense”, “Yo soy yucateco”, “A mí me gusta bailar”, “A mí me gusta comer cochinita pibil” o “A mí me gustan las fiestas de mi comunidad”, que no tardaron en volverse elementos de agregación identitaria.

Después de este ejercicio, los jóvenes compartieron las razones por las que se inscribieron al curso. Luis Balam reveló que su intención es revitalizar las costumbres y la lengua de sus abuelos, puesto que, por desgracia, “se están perdiendo en la mayoría de las comunidades”. Misael Uicab y Luciano Meléndez expresaron una intención y un diagnóstico similares: Misael se inscribió para “aportar un granito de arena en la rehabilitación de las tradiciones de las comunidades”, mientras que Luciano, quien aprendió de su familia a tejer hamacas, lo hizo para contribuir a que los legados de su cultura no se pierdan, porque está convencido de que estos forman una parte esencial de la identidad maya, y de que además pueden traerles grandes beneficios sociales y económicos a los artesanos que, como él, luchan por conservar sus técnicas tradicionales.

Aprender juntos

En la siguiente sesión, los jóvenes vivieron su primera experiencia dia, cuando el Autorretrato en la montaña de Guillermo Meza se proyectó en sus pantallas y las líderes de Baktún les pidieron que lo describieran en sus bitácoras. Andrea Contreras expuso, por ejemplo, que esta pintura retrata a una persona meditando, pero que esa meditación no parecía aquietarla en lo absoluto: “A su alrededor hay movimiento; parece que en el fondo está cayendo agua, o algo que se derrumba. Para mí, la meditación es un ejercicio de conexión —con tu cuerpo, con tu mente, con tu alma—, y esta pintura nos habla de algo que se fractura en su interior”. Por su parte, Eliezer May escribió:

Yo veo a una persona sentada en la cima de algún lugar; veo lluvia, fuego y una hermosa vegetación. Lo interpreto de dos maneras: la primera es que la persona está tranquila a pesar de los problemas que ha tenido; la segunda, que ya superó esos problemas, y eso me recuerda a la frase “después de la tormenta viene la calma”.

En seguida los jóvenes se reunieron en triadas para hablar sobre lo que sabían acerca de la meditación. Misael Uicab aprovechó el diálogo para explicar la forma en la que uno de sus amigos se relaja: “Él viaja mucho a playas y cenotes: antes de entrar al agua, se sienta en el borde y medita para sentirse parte de la naturaleza. Escucha a las aves y siente la brisa. Así puede pensar mejor las cosas”. Gracias a esta descripción, Carlos Poot recordó un canal de jazz que sintoniza regularmente en su computadora para relajarse, y lo compartió con el grupo.

Un verano fascinante

Los mediadores que eligieron continuar con las prácticas en mediaciónpara completar el primer verano del programa tuvieron que planear tres sesiones dia, las cuales debieron acreditar posteriormente a través de evidencias, como el plan de sesión, fotografías y videos. Por su parte, aquellos que participaron en el curso de verano acompañaron a los niños inscritos en el programa en la superación de once retos en los que, desde un ámbito lúdico, exploraron diversos elementos de su cultura, como Radio Tsikbal, en el que crearon una radionovela, Wua´ay, que los invitó a confeccionar máscaras representativas de su animal espiritual, y Melipona Beechaii, en el que acopiaron en collages una serie de consejos para la conservación de las abejas.

El curso de verano estuvo dividido en tres niveles: Alux (espíritu del monte), en el que los niños disfrutaron de juegos enfocados en el bienestar personal; Wáay (espíritu acompañante), en el que exploraron la memoria de sus comunidades; y Balam (espíritu guardián), “que —como advirtieron los organizadores del curso— solo [pudo] ser alcanzado por los orgullosos protectores y guardianes de la naturaleza y de su comunidad”. Con cada desafío, los participantes recibían medallas en forma de vainas de cacao, cascabeles y jade que les sirvieron para superar cada uno de los tres niveles. Al final del curso, los niños pudieron intercambiar estas medallas por insignias que los acreditan oficialmente como Guardianes Culturales.

Uláak´ Múuch´ Táambal: el reecuentro

El fin de las prácticas dia y el curso de verano coincidió con la llegada de agosto. El segundo lunes de este mes, los mediadores se reunieron de nuevo para compartir sus experiencias. En el arranque de esta sesión virtual de reencuentro, los muchachos formaron tríadas para saludarse, averiguar qué actividades realizaron sus compañeros e inquirir los aprendizajes que cada uno recibió de la experiencia que eligió.

Después de estas entrevistas fugaces, los jóvenes hablaron, por fin, de sus experiencias veraniegas. Flor Nahuat confesó que su parte favorita de esas tres semanas fue haber trabajado con los niños en las prácticas dia. Dijo que lo que más le sorprendió fue la sagacidad de sus expresiones artísticas: “Cuando cerramos la sesión, los niños dibujaron qué harían para cuidar el medio ambiente. Uno de ellos representó un bosque, donde había una decena de hombres malos que no querían hacer nada para cuidarlo, y en seguida explicó que él organizaría a todos los niños para convencerlos de sembrar más árboles”. Como ella, Citlai Canul también admitió que su satisfacción más honda fue hacer algo por los niños de su comunidad.

Finalmente, los jóvenes hablaron de lo que significó para ellos este reencuentro. Luciano reconoció que fue una experiencia agradable, “porque nos permite conocer más íntimamente a las personas con las que estaremos trabajando, y porque el diálogo es un campo fértil para la generación de ideas”. Ana Poot luego escribió que las preguntas que se hicieron entre sí al inicio de la sesión le llamaron especialmente la atención, “porque fueron muy estimulantes”, y Andrea Contreras aseguró que se sintió profundamente emocionada, porque aún podrán vivir experiencias similares por los próximos dos años. Ligia Mayte Noh Chi coincidió con la emoción general:

En esta formación de verano aprendí muchas cosas […] lo disfruté muchísimo y no me di cuenta de lo rápido que terminaron estas semanas. Lo que más me gustó fue la confianza y el compañerismo que se sentía cada vez que entraba en la sala, en cada sesión: eso me ayudó mucho a interactuar más y me ayudó a perder, poco a poco, el miedo a hablar y expresarme. No me arrepiento de haberme inscrito en este programa, porque con lo vivido en estas dos semanas estoy segura de que vendrán más aprendizajes y experiencias de las que no puedo perderme.

La receta de la comunidad

En el cierre de la sesión del 25 de junio aconteció una maravilla culinaria que concentra el entusiasmo, la creatividad y el apetito con los que estos jóvenes vivieron esta primera formación de verano. Luciano Meléndez comparó lo que aprendió —es decir, la importancia de la memoria, la imaginación, la paz interior, la atención, la paciencia y la tolerancia— con los ingredientes de un platillo que servirán para sazonar lo que llamó la “intelectualidad total”: el ejercicio de todas las habilidades necesarias para guisar un diálogo empático e inspirador. Edgar Caamal terminó de aderezar la metáfora gastronómica al señalar que los ingredientes irremplazables de dicho platillo serán los siguientes:

– La empatía (el amor con el que cocinarán su formación).

– La escucha atenta (el condimento básico del plato).

– Los asistentes (la comida principal).

– El moderador (el recipiente).

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