Sobre la milpa y su función vital en México

03 | 08 | 2020

La milpa es un espacio esencial; ahí se cultiva nuestra identidad.

Es posible suponer que la historia de cada civilización arrancó en el momento en que los sujetos que las componían encontraron la forma de tejer un vínculo equilibrado con la naturaleza. Antes de eso, los elementos, la geografía, el clima, entre otros, solo eran oponentes elusivos, que ponían en peligro la supervivencia. 

Pero, al entender los procesos de la naturaleza y usarlos a su favor, los humanos encontraron los medios para asentarse. Y después, al conectar simbólicamente con el territorio, se volvieron indígenas (u originarios) de un solo sitio y comenzaron a narrar su historia con respecto a su geografía. 

El acto de cultivar es, probablemente, la esencia de este hecho. Aprovechar la tierra, haciéndola florecer, es la acción que verdaderamente nos conecta con un espacio. Así,  para los grupos que antiguamente habitaron el territorio que hoy es México, la milpa fue ese sitio, prácticamente sagrado, donde se engendró su identidad.

La milpa, ecosistema ideal

La milpa es simultáneamente un cultivo y una forma de cultivar. Se trata de un agroecosistema nativo mesoamericano compuesto por tres plantas centrales: maíz, frijol y calabaza. Pero la milpa envuelve también las técnicas y saberes para hacerla posible, su simbolismo, el trabajo que implica y su valor alimentario. En ese sentido, la milpa es un hacer integral y muy complejo. 

Por otro lado, la milpa en sí es un  tejido de relaciones intrincadas, pero bien equilibradas que dan lugar a un ecosistema ideal. Aunque, desde afuera, se mira un poco caótica, en realidad sostiene un orden interno que solo quienes hacen milpa pueden develar. 

 Creative Commons – Foxx221

Todas las especies que habitan la milpa se complementan entre sí: el tallo del maíz sirve al frijol para crecer; mientras que el frijol provee a la tierra de nitrógeno, nutriente muy necesario para el maíz. Por su parte, la calabaza que crece en el piso, ayuda a mantenerlo húmedo, propiciando el crecimiento de toda la “trinidad”; además de incentivar el brote de otras plantas —especialmente quelites y muchas medicinales. Toda esta abundancia llama, irremediablemente, a diversos animales: aves, insectos polinizadores y mamíferos pequeños que también son parte de la “dieta de la milpa”.

El valor de la milpa contemporánea

La milpa es el espacio donde nuestros ancestros se entregaron a la tierra, a través de la constante experimentación en busca del equilibrio y el trabajo incesante por hacerla florecer. Pero la milpa aún existe. Es parte esencial del ciclo anual de miles de familias campesinas y de algunos cuantos que se aventuran a repetir la ofrenda que hicieron sus antepasados a este territorio. Si las analizamos, sus funciones son muy necesarias en estos tiempos.

La milpa es ecológica 

Para combatir uno de los más graves problemas de nuestro tiempo, la milpa podría ser esencial. Hablamos del cambio climático, un fenómeno que nos está arrebatando la enorme biodiversidad de nuestros territorios. 

No solo porque el maíz —que presume 64 variedades— es ultra diverso; también porque los ecosistemas como la milpa sirven como “sumideros” de carbono, mitigando los efectos de las emisiones excesivas. Además es un esquema sustentable, que privilegia la agricultura local y no implica talar de forma masiva los bosques. 

Por otro lado, su existencia incentiva la recuperación de animales y plantas en peligro que, igual que nosotros, aprovechan las bondades de la milpa (como las abejas). Por último, comer los productos de la milpa es apostar por el consumo local, importando menos alimentos reduciendo las emisiones de carbono por transporte, fabricación y la contaminación por desechar empaques innecesarios.

La milpa privilegia a las economías locales

La milpa es la base de la seguridad alimentaria en México. Cristina Barros, activista e investigadora, explica que “a través de las crisis económicas y sociales por las que ha pasado México, las personas con pocos recursos sobrevivieron (y aún hoy) gracias al maíz”. Y especialmente a la milpa. 

La combinación de los bienes de este cultivo múltiple es una fuente perfecta de vitaminas, minerales, proteínas, fibra. Uno no necesita comer más de lo que se cultiva en su parcela y, si las condiciones son correctas, hasta la medicina florece en la forma de plantas utilizadas por siglos en la herbolaria tradicional.

Además, aunque tú no tengas tu propia milpa, si consumes lo que se produce en tu municipio o en tu barrio, apoyas la economía de tus vecinos, gestionando procesos de economía solidaria.

La milpa es patrimonio biocultural

En la milpa se cultivó nuestra identidad y esta se renueva cada ciclo de siembra. Los pueblos mexicanos lo tienen muy presente y es por eso que en torno a la milpa se han sembrado también rituales, tradiciones y leyendas que refuerzan la conexión de los milperos con su tierra y con las deidades o fuerzas sagradas que, según las creencias, tienen injerencia sobre la milpa. 

Rituales para controlar el clima, fiestas para celebrar al maíz, ritos para bendecir la siembra y protegerla, conjuros para rescatar los cultivos; son algunos de los sucesos simbólicos que transcurren en estas ricas parcelas. La milpa no sólo conecta plantas, animales, elementos meteorológicos, minerales; también es el punto de reunión para diversas comunidades, vecinos, familias. Es un espacio fundamentalmente colectivo y colaborativo. La milpa es patrimonio biocultural.

Hoy la milpa es más importante que nunca

En el contexto actual, se demuestra la importancia de la milpa. Como nunca es importante incentivar el autosustento. La pandemia por el nuevo coronavirus demostró que los esquemas globalizados de vida tienen aspectos muy frágiles; pero volver a la tierra es una alternativa sólida. Tal vez reconectar con ella a través de cultivarla sea la única forma de volver a equilibrar nuestro vínculo con la naturaleza y estabilizar una nueva manera de ser “civilización”.

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