Imagen: Fundación Haciendas del Mundo Maya

Milpa Sustentable: seguridad alimentaria para la península

21 | 07 | 2021

El programa Milpa Sustentable promueve nuevas formas de consumo y producción agrícola, la protección de las variedades criollas del maíz y la reivindicación de los saberes ancestrales de Yucatán.

El maíz es el principio de la existencia humana en la antigua cultura de los mayas. El Popol Vuh relata que, después de haber creado al mundo, los Progenitores dieron vida a cuatro tipos de seres para que los adoraran. Los primeros fueron los animales, pero estos solo emitían chillidos en lugar de invocar sus nombres sagrados, y por ello fueron condenados a la depredación y la bestialidad. Luego, llegó la gente de tierra y lodo, pero sus cuerpos blandos no les permitían andar ni mucho menos razonar; a ellos les siguieron las personas de madera, que tenían los rostros enjutos, la piel amarilla y reseca y las mejillas hundidas, carecían de alma y de sangre y no recordaban a sus creadores. Al final, los Progenitores moldearon los cuerpos humanos con masa de maíz, y estos nuevos seres pudieron hablar, andar, razonar y admirar el resto de la creación.

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El gato Yac, el coyote Utiú, la cotorra Quel y el cuervo Hoh hallaron en Paxil las mazorcas con las que se formaron los primeros abuelos. Hasta allí guiaron a los Progenitores para que admiraran la belleza de sus prados, donde abundaba el pataxte, el cacao, las anonas, los zapotes, los jocotes y la miel. Con las mazorcas amarillas y blancas de Paxil, la diosa Ixmukané preparó nueve bebidas que formaron los cuerpos de los nuevos seres, que los robustecieron y los vitalizaron. “Así encontraron la comida —concluye el Popol Vuh— y esta fue la que entró en la carne del hombre creado, del hombre formado; esta fue su sangre, de esta se hizo la sangre del hombre. Así entró el maíz [en la formación del hombre] por obra de los Progenitores”.

Al rescate de la milpa

En el pueblo de Kankabdzonot, municipio quintanarroense de Felipe Carrillo Puerto, la Fundación Haciendas del Mundo Maya (FHMM) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) lanzaron en 2016 el proyecto Milpa Sustentable Península de Yucatán junto con representantes de la SAGARPA, un puñado de instituciones académicas y diversos productores agrícolas de la península de Yucatán. El propósito de este proyecto ha sido desde entonces garantizar la seguridad alimentaria de los productores locales; apoyar con innovación tecnológica y técnicas sustentables al perfeccionamiento de los sistemas de producción en milpa; contribuir a la conservación de los recursos naturales de la península —una de las zonas más biodiversas en México—; fortalecer las capacidades de los milperos para ocupar paulatinamente espacios más importantes en la cadena de valor del maíz, vinculándolos con nichos de mercado diferenciados, como restaurantes gourmet; y tanto defender como promover los saberes milenarios del sistema de la milpa que han heredado las familias productoras de Yucatán, Quintana Roo y Campeche.

Imagen: Fundación Haciendas del Mundo Maya

El ciclo del maíz

La seguridad alimentaria es el motor de Milpa Sustentable. Por ello, cada año, el programa acompaña y promueve la cohesión de grupos de milperos —cuya edad promedio ronda los 51 años—, y les ayuda a que el excedente de sus cosechas se posicione en la cadena comercial a un precio diferenciado y bajo estándares de comercio justo a través de la plataforma de Traspatio Maya. En sus primeros 4 años de funcionamiento, el programa ha contribuido a generar nuevos saberes que les han permitido a los milperos y sus familias mejorar sus rendimientos a través de prácticas sustentables, como el arreglo topológico, la fertilización con biol y el control agroecológico de plagas. Esta capacitación para el manejo sustentable de la milpa y el acceso a una cadena de valor sólida han generado un ciclo económico y social que ha revitalizado la práctica de la milpa en la península.

Imagen: Fundación Haciendas del Mundo Maya

En la primera etapa del programa, que duró del 2016 al 2020, alrededor de 1,400 milperos de los tres estados se beneficiaron del trabajo de un grupo de técnicos que se desplegaron en cerca de 120 localidades. En el 2017 se llevó a cabo el primer ejercicio comercial de maíz criollo en Yaxunah, Yucatán; aquella vez, Milpa Sustentable adquirió un poco más de una tonelada de maíz a diez productores. Al año siguiente, la cifra de milperos que participaron en el proceso de compra casi se duplicó, y el programa acopió 7 toneladas del mismo cultivo, de los cuales 300 kg fueron de maíz rojo y 50 kg de maíz morado. En el 2018 se recolectaron 30 toneladas y en el 2019, último año en el que el CIMMYT brindó asesoría técnica al proyecto, lograron juntar 40 toneladas. De acuerdo con Mariana Poo, coordinadora comercial de Traspatio Maya, antes de la creación de Milpa Sustentable el rendimiento promedio de la hectárea de milpa en la península era de 400 kg; hoy, es de 1,700 kg.

El 2020 fue un año de contrastes para Milpa Sustentable: por un lado, el primer semestre marcó un hito comercial para el proyecto, pues se acopiaron 40 toneladas de maíz y participaron 136 productores provenientes de 30 comunidades en el ejercicio anual de compra; sin embargo, a partir de junio, tanto la pandemia de covid-19, por la cual se suspendieron la mayoría de los canales de distribución, como la temporada de huracanes afectaron severamente las siembras. En septiembre de ese año, los productores estimaron que podrían entregar 70 toneladas de maíz, pero en enero de 2021, cuando ya había iniciado la última etapa de este ciclo, la cifra se redujo al 38% de lo estimado, logrando en colectivo un monto de 27 toneladas, y de los 136 productores que participaron un año antes en el ejercicio, en este solo 86 lograron vender su excedente.

El principal reto que en el 2020 enfrentó Carlos Xiqué, productor milpero de Tixcacaltuyub, Yucatán, fue una plaga de gusanos que retrasó sus cosechas y le impidió trabajar todas las variedades que conoce. Sin embargo, gracias a que guardó un poco de semilla, pudo reanudar su ciclo algunas semanas después de lo esperado y disminuir así el impacto de esta crisis. Por su parte, Raúl Antonio Vitorín, milpero de Bacabchen, Campeche, testimonia que en 2020 “la producción estuvo baja en esta zona; la mayoría solo generamos algunas pequeñas parcelas para poder guardar la semilla [de la siguiente cosecha]. Pero este año las lluvias han llegado a tiempo, aunque estamos viendo un cambio en el sistema climático. El año pasado tuvimos una buena producción; no dimos las toneladas de otros años, pero lo que cosechamos fue de calidad y natural”.

Imagen: Fundación Haciendas del Mundo Maya

El principal reto para FHMM y el ecosistema de Milpa Sustentable en 2021 es volver a fortalecer y activar las capacidades y la organización de los milperos para lograr la resiliencia de la milpa, creando formas innovadoras de producción, formación y comunicación que sustituyan la presencia en campo, minada por los actuales escenarios de salud pública. También buscarán fortalecer la “agilidad y creatividad para convertir en plan de acción el sumar a más organizaciones comprometidas” con la seguridad alimentaria y para incluir a más jóvenes en el proceso productivo de la milpa, vigorizar el manejo postcosecha, engrosar su área de acción en el territorio mexicano para formar técnicos locales e idear nuevas estrategias que propicien la resiliencia del sistema productivo milpa.

El valor biocultural de la Milpa

Una de las estrategias de innovación para el 2021 es la apertura de Kool Kaab, el molino de Traspatio Maya donde se comercializan masa y tortillas de los diferentes tipos de maíz criollo que producen los milperos inscritos en el programa, además de un menú de cocina de autor diseñado por el chef y Embajador del Maíz Roberto Solís, en conjunto con el chef Mohit Bhojwani Buenfil. Kool Kab busca promover la historia y el valor de la producción del maíz criollo para que la demanda siga en aumento y que los resultados de este crecimiento continúen impactando el desarrollo económico, social y ambiental de las empresas rurales con la intención de integrarlas de manera directa a las cadenas de valor.

Como este programa, los esfuerzos de Milpa Sustentable están enfocados en impulsar y conservar la milpa tradicional maya a través de la seguridad alimentaria de las familias que producen el maíz criollo con la reinserción de la semilla nativa, generando con ello ingresos sostenibles para estas comunidades milperas. Esta meta se ha cumplido gracias a las redes que el programa ha construido con otras iniciativas, junto a las cuales han organizado intercambios de grano y de técnicas de cultivo, pero el mayor cimiento del éxito del programa ha sido el esfuerzo de los mismos productores, pues, como enfatiza Isaí Miranda, coordinador de Recursos Naturales en FHMM:

Si bien el proceso comercial puede ser lo más beneficioso en términos económicos, lo valioso del programa está en el trabajo directo con el productor. Hay muchos productores que están dispuestos a sumarse a la cadena de valor, aprender cosas nuevas y continuar con la milpa y la inserción de variedades. Al principio, en la organización temíamos que la cadena de valor pudiera corromperse, pero en estos años nos hemos dado cuenta de que el productor es muy honesto, porque conoce el valor de su semilla y de sus procesos.

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