Myoung Ho Lee y sus árboles solitarios
Un hechizo visual plasmado en una colección de fotografías de árboles invita a reflexionar sobre su belleza, sobre la percepción humana y sobre el arte.
La soledad trae consigo una improbable posibilidad de belleza. Ese fenómeno es claro en la serie de retratos de árboles del artista Myoung Ho Lee. Su ejercicio, tan profundamente conceptual como sencillamente estético, apela a la recreación de un arquetipo que nos lleva a la milenaria aspiración de ver lo universal en lo particular: ver en un árbol todos los árboles (o poder ver en el árbol singular, el bosque entero).
La suya es una colección de imágenes que, en su aparente simpleza, contienen un sinfín de cuestionamientos y una invitación singular (propia de una verdadera obra de arte): la de crear un árbol propio y personal, darle vida y raíces en nuestro interior —y todos lo cuestionamientos posibles que podrían germinar de ello.
Desde 2006, Myoung Ho Lee recorre su natal Corea del Sur en busca de árboles para sus fotografías. El suyo es un trabajo paciente y minucioso: una vez que ha elegido el árbol, lo observa durante el paso de las estaciones para encontrar el momento oportuno de capturarlo. Para hacerlo, Lee coloca un lienzo blanco detrás que, de alguna manera, lo aísla y lo enmarca –un homenaje al árbol, en su calidad individual. Una vez hecha la fotografía, el artista borra todo rastro del soporte del lienzo para hacer parecer que éste está flotando, como si se tratara de acto de magia. El proceso de aislar a un árbol en particular resulta en las fotografías tituladas, todas ellas, Tree (Árbol), haciendo un homenaje, también, a su deslumbrante anonimato.
Al separar el árbol de su contexto, del paisaje que habita, ocurre una especie de ilusión óptica que juega con nuestra percepción. Por un lado, la imagen del árbol solitario pareciera estar insertada en la fotografía, en una especie de collage botánico. Pero este juego resulta también en un ser que pareciera bidimensional, una impresión del árbol original, que cuestiona nuestra percepción y permite al árbol existir de otra manera: engrandecido, señalado, elegido.
Inevitablemente, el trabajo de Lee invita a la apreciación más pura de estos seres vegetales sin los cuales nuestro mundo no sería el mismo. Enmarcar al árbol también implica una distinción: el otorgarle una voz silenciosa que invita, en su propio lenguaje, a protegerlo, incluso a endiosarlo.
Al sacar al árbol de su contexto, en una colección de imágenes que destila atemporalidad y poesía, el artista propone una manera totalmente nueva de leerlo. Pero la aparente simpleza del artificio visual de Lee invita a reflexiones complejas que tocan no solamente al mundo vegetal, sino también a la imaginación que habita la percepción humana.
Imágenes: © Myoung Ho Lee, Cortesía de Yossi Milo Gallery, Nueva York.