Sobre la arquitectura de las aves

01 | 07 | 2020

Resistencia y flexibilidad: la sabiduría de la naturaleza encarnada en los nidos y sus insospechadas estructuras.

El desarrollo de la especie humana ha progresado gracias a la observación, comprensión e imitación de los patrones que existen en la naturaleza. El estudio minucioso de la forma, función y comportamiento de los organismos vivos alimenta constantemente diferentes áreas de lo humano: la arquitectura, el diseño industrial y la ingeniería, entre muchos otros. Las aves y su asombrosa manera de construir nidos son un excelente ejemplo de la sabiduría implícita que existe en la naturaleza: delicadas metáforas de refugio y sobrevivencia.

El nido, esa estructura silenciosa de organizado diseño y ensamblaje minucioso, es un espacio-guarida que protege a los nuevos integrantes de la especie durante la temporada de incubación y crianza de múltiples amenazas como el clima o los depredadores, además de fungir como hogar de sus arquitectos.

Existen tantos tipos de nidos como especies de aves. Algunas simplemente aprovechan y acondicionan espacios que ya existen en la naturaleza —arena, rocas, cuevas, troncos—,  otros consisten en complejas construcciones con todas las cualidades de un proyecto arquitectónico sustentable, pues responden a una necesidad específica que permite la creación de una estructura justa, duradera y firme, hecha con los materiales disponibles en la zona. La geometría, elasticidad y fricción en los nidos son sometidas a límites inimaginables, dándonos múltiples lecciones sobre la naturaleza de los materiales. Por esta razón, son constantemente estudiados para su posible aplicación al universo humano.

Cardenal (Cardinalide)

Uno de los nidos más estudiado en tiempos recientes es el de la familia de los Cardinálidos, también conocidos como cardenales. Sus nidos son entramados perfectos en forma de copa que tiene la particularidad de no usar ningún tipo de material como adhesivo para unir los cientos de ramillas, hojas y pajas que componen su elaborada construcción. La elección de materiales y configuración de estos nidos ha llamado la atención de distintas investigaciones, ya que se comporta de manera reactiva y elástica ante los estímulos mecánicos externos. Su comprensión y aplicación podría cambiar la forma en que son construidas distintas estructuras de nuestra vida cotidiana.

Colibrí garganta de rubí (Archilocus colubris)

En el continente americano habita el colibrí garganta de rubí. Este veloz y diminuto pájaro construye su nido (igualmente diminuto) uniendo pedazos de corteza y hebras de hojas, con seda de telarañas —algo que le da resistencia y elasticidad. El exterior es decorado con líquenes que funciona como camuflaje y el interior está tapizado con una capa de plumas y pelos que funcionan como aislante natural.

Tejedor republicano (Philetairus socius)

Este pájaro africano es también conocido como “tejedor social”; esto se debe a que la especie anida y cría de forma comunitaria. Sus complejas construcciones consisten en una estructura nidal que, a su vez, contiene varios sub-nidos: una suerte de condominio arbóreo. Cada uno de estos súper nidos puede albergar a más de 100 parejas de pájaros, y todas ellas contribuye a la construcción, reparación y mantenimiento del conjunto habitacional. En ocasiones, se ha observado que al nido llegan invitados inesperados de otras especies, como el halconcito africano.

Tejedor baya (Ploceus philippinus)

El macho de esta especie asiática teje una estructura de finas hierbas entramadas, pegadas con arcilla que existen suspendidas de las ramas de árboles, cerca o encima del agua. Estos refugios tienen la ventaja de ser frescos durante el día y cálidos por la noche. El proceso de construcción de este nido sirve como ritual de apareamiento: la hembra debe aprobar el nido (y, por lo tanto, al constructor) antes de aparearse con él.

Humilde, sabia y silenciosa

Cada nido y su estructura nos dan una idea de a qué se enfrenta cada especie de ave, dependiendo del contexto que habita. Pero las lecciones que podemos extraer de sus métodos de construcción no son solo estructurales, matemáticos o ingenieriles: éstos nos demuestran también la sabiduría y discreta humildad de la naturaleza, a la vez que nos recuerdan que nuestro nido es nuestro planeta, y que el acto de descuidarlo es también un descuido a nosotros mismos. Esto es bien sabido por quienes llevan a cabo el proyecto Sal a pajarear, dedicado a promover la observación de aves en comunidades del sureste mexicano y en Jalisco, en miras de establecer una vínculo de respeto, familiaridad y asombro.

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