Sobre el Museo de la Medicina Maya

09 | 12 | 2021

Un recinto dedicado a divulgar y celebrar la sabiduría maya en torno a la medicina y la sanación.

La antigua civilización maya fue una de las culturas más sofisticadas que ha visto la historia de la humanidad. Los mayas fueron extraordinarios constructores, matemáticos, astrólogos y, por supuesto, sanadores. Muchos de sus secretos de curación aún están enterrados en la selva pero, afortunadamente, unos cuantos han sobrevivido al tiempo y han llegado a nuestros días como deslumbrantes tesoros que abrevan la naturaleza y sus elementos. Aún en pleno siglo XXI, el conocimiento maya de la salud nos enseña cosas nuevas y existe un recinto que celebra este cúmulo de sabiduría, el Museo de la Medicina Maya, ubicado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.

Este museo nació como una iniciativa local, cuyo objetivo primordial es difundir los conocimientos de medicina indígena maya a todos los ámbitos sociales, tanto en Chiapas como en el resto de México. Se trata de una institución viva que de una forma didáctica (y artesanal) transporta a los visitantes por el complejo universo de la medicina tradicional maya: su uso de la herbolaria, sus rezos, los rituales que la rodean y los métodos curativos ancestrales que utilizaron y utilizan los pueblos originarios de la región.

Este notable espacio es en sí mismo un desafío a la museografía tradicional. Cada sala contiene una serie de estatuas que nacieron de expediciones antropológicas a diversos pueblos mayas, por lo que las piezas se acercan de forma definitiva a los usos y costumbres comunitarios de la zona. Por si lo anterior fuera poco, el museo trasciende su propia condición y es también una especie de consultorio en el que hay tanto sanadores como pacientes en busca de una cura para distintas afecciones.

Como lo advierte una cita dibujada en uno de sus muros, el Museo de la Medicina Maya es una manera de respetar siglos de tradición que sobreviven en nuestro país: “A través de cientos de años, los indios mayas tzotziles hemos creado una medicina adecuada a nuestra forma de vivir y pensar”.

Un recorrido por el museo

La primera sala del museo nos introduce a la medicina maya en los altos de Chiapas, y presenta de manera general cuáles son los tipos de médicos indígenas más representativos que existieron: la curandera, la partera (que se encarga de lo que ellos denominan “todas las enfermedades de la mujer”), el rezador de los cerros (que hace oraciones al espíritu de la Tierra en todos los puntos cardinales), el hierbero (encargado de buscar y usar plantas curativas) y el huesero (que trata todas las enfermedades relacionadas con el sistema óseo). Cada uno cumple con una función social relacionada con la salud y la muerte. 

En la segunda sala del museo está la réplica de una iglesia que representa al templo de San Juan Chamula. En este espacio se muestra como los iloles o chamanes le piden a los santos por los enfermos que solo ellos pueden salvar. Cada figura sagrada que está en este lugar fue bendecida antes de llegar ahí de acuerdo a las tradiciones de los médicos de la región.

Durante el resto del recorrido se muestran diversos ritos tradicionales de la cultura maya. Se puede entrar, por ejemplo, a una casa típica para ver cómo la partera distribuye a cada miembro de la familia antes de un alumbramiento; se puede apreciar la importante labor que tienen los rezadores de cerros, al conectar a los enfermos con los dioses; también es posible ver la recreación de un típico cuarto de velas, en el que no solo se explica la importancia de este elemento en el proceso de curación, sino que se expone su rústico (y hermoso) proceso de elaboración. Para los mayas, cada cirio tiene propiedades curativas según su color y su tamaño.

Finalmente, este museo también rescata la tradición del pílico, que es una combinación de tabaco silvestre, ajo y cal, usada para proteger a los débiles y a los que están a punto de enfrentar un nuevo camino.

La medicina comunitaria

Desde su creación, el Museo de la Medicina Maya ha permitido a sus visitantes tener un espacio confiable en el que todas las decisiones las toma la comunidad. Ahí, cada paciente puede ser curado con recursos terapéuticos tradicionales: el incienso, el refresco, el rezo, la cruz y, por supuesto, el gran legado de la herbolaria que se ha transmitido de generación en generación, durante siglos, en el mundo maya.

Además de sus salas de exposiciones, el recinto cuenta con un huerto de más de 1,500 metros cuadrados en el que se siembran toda clase de plantas medicinales y endémicas, y donde se imparten talleres para que cada vez más personas de la comunidad tengan conocimiento y puedan darle solución a las enfermedades más comunes. Ahí también se enseña a los interesados a crear sus propios huertos de plantas medicinales, farmacias comunitarias, herbolaria, procesamiento de plantas y venta de productos regionales.

Los médicos mayas

Los mayas veían a la medicina como una parte fundamental de su cosmogonía. Para ellos los curanderos eran importantes intermediarios entre los hombres y los dioses, guías espirituales a los que se les había regalado el don de conocer las plantas, los animales y los minerales. Eran quienes le pedían perdón a las divinidades para que los castigos no fueran tan severos.

El pensamiento maya observaba las señales naturales que regían el cosmos, por eso hacían rituales para descifrar los signos que enviaban las deidades e interpretaban a la enfermedad como una omisión o como un castigo. Desde la época clásica cada comunidad debía tener un médico que, a su vez, era seleccionado por los mismos dioses. Las divinidades escogían a los elegidos a través de sueños, gente que había sobrevivido el golpe de un rayo y piedras preciosas.

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La Vaca Independiente celebra iniciativas como el Museo de la Medicina Maya que, entre otras cosas, contribuyen a conservar y celebrar la sabiduría de la cultura maya e integrar sus conocimientos ancestrales a nuestra vida cotidiana y actual. Se trata de una de las metas esenciales de la Iniciativa Baktún, un proyecto que, desde 2012, trabaja al lado de diversas organizaciones para preservar la cultura maya (hoy una comunidad viva y vibrante) y su herencia cultural al mundo que habitamos.

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