The Cloud Appreciation Society
Una comunidad abierta para los amantes de las nubes y los días nublados.
[Las nubes]son una expresión de la majestuosa arquitectura de nuestra atmósfera.
—Gavin Pretor-Pinney
A pesar de sus quiméricas formas y su innegable belleza, las nubes tienen una mala reputación. Cuando alguien está triste o deprimido, se dice que hay una nube encima de él o ella; cuando una mala noticia se avecina, es porque ya viene una nube para eclipsar el sol de los días perfectos; los días nublados, en general, son menos celebrados que los días soleados. Pero las nubes (que a veces pasamos por alto por su insistente presencia) son un fenómeno extraordinario, una expresión pictórica que nos ha regalado el universo, una invitación a la más pura contemplación, y existe una asociación dedicada a celebrar, retratar y compartir la nubes del mundo, The Cloud Appreciation Society.
La historia de esta asociación es sencilla, como una nube. En 2005, un grupo de entusiastas de los cirros, de los ninfos y los cúmulos se reunió para para celebrar a las nubes, y de la mano del escritor británico Gavin Pretor-Pinney, se fundó The Cloud Appreciation Society, un club al que todos son bienvenidos, y cuyo objetivo principal es exculpar y difundir el amor por el cielo nublado. “Las nubes no son algo para quejarse. Al contrario, son el aspecto más variado, evocador y poético de la naturaleza”, sostiene Pretor-Pinner.
Para entender más a fondo de qué se trata esta sociedad, se escribió un breve manifiesto en el que se exponen algunos de sus principios: “nos comprometemos a luchar contra el pensamiento del cielo azul”; “la vida sería aburrida si la tuviéramos que contemplar sin nubes, día tras día”; “las nubes son capaces de regular nuestro estado ánimo, verlas nos evitará ir a psicoanálisis”.
Su mensaje ha contagiado a una multitud de gente. Se estima que, en sus 15 años de existencia, The Cloud Appreciation Society ha creado una comunidad de más de 50 mil personas de al menos 120 países del mundo.
Un poco más sobre las nubes
Para entender esta bellísima iniciativa y el amor que predica por las nubes es necesario, primero, saber un poco sobre el fenómeno —el estudio de las nubes es, por decir lo menos, fascinante. La Tierra se compone de un 70% de agua y, cuando el Sol calienta su superficie, una gran cantidad de este líquido esencial se evapora. Ese aire húmedo, también conocido como vapor, se eleva a la atmósfera y lentamente se enfría y se condensa en gotas de agua —eso es, a grandes rasgos, una nube.
Como si se tratara de distintos personajes, existen varios tipos de nubes y también de características para clasificarlas —su color, su forma, tamaño y altitud, entre otras. Quizá, las nubes más famosas son los cirros, cuya forma recuerda a un mechón de pelo (o por lo menos eso significa su nombre); se componen en su totalidad de cristales de hielo que caen como cascada en la parte superior de la troposfera y en su camino se encuentran con distintos tipos de vientos que las hacen moverse a una velocidad de 500 kilómetros por hora.
También existen las nubes lenticulares que parecieran un platillo volador o una lenteja, como su nombre lo indica. Estas nubes se forman, casi exclusivamente, en las montañas, cuando el viento se eleva para cruzar la cima y se ondula con la forma del pico. Por su parte, algunas de las más extravagantes son las Kelvin-Helmholtz, que a simple vista parecen un mar embravecido, en el que las olas se deshacen y vuelven a surgir. Esta clase de nubes se generan gracias a la intermitencia del viento que deambula por todas partes.
¿Cómo suscribirse?
Las ventajas de formar parte de este club de las nubes son muchas. Los miembros no solo reciben la fotografía de una nube todos los días, también se convierten en parte de una comunidad de científicos, artistas y entusiastas ávidos de expresar su amor por el cielo de distintas maneras; algunos comparten noticias, otros escriben relatos y unos cuantos explican el hermoso fenómeno que son las nubes a través de la nefología (rama de la meteorología que las estudia).Para ser parte, primero es necesario leer el manifiesto y estar de acuerdo con él; después hay que dar de alta la membresía. La inscripción tiene un costo simbólico y las ganancias se utilizan para mantener viva esta hermosa iniciativa.