Arte rural: recuperar nuestro pasado-futuro bucólico
La polaridad campo-ciudad y la nostalgia por un pasado que nos habla a todos, han detonado esta corriente en el arte contemporáneo.
Si el arte es una de las maneras en que el hombre hace suyo el mundo que lo rodea (lo aprehende y lo interpreta), la naturaleza es su objetivo y objeto más esencial. Ya hace muchos siglos los estoicos, pero también Nietzsche y Schopenhauer, hablaron del eterno retorno: todo regresa, todo termina por acabarse, para siempre volver a empezar. Dentro de esta visión cíclica del tiempo —que se asemeja a lo cíclico de las cosechas y de las mareas— el retorno del hombre al campo es una posibilidad pulsante que, además, podría envolver la realidad humana, incluido el arte.
El campo es, al final, el origen de todo lo que nos sostiene, territorio y materia prima que compartimos. El acercamiento a este espacio primigenio (especialmente para las comunidades urbanas), y la recuperación de la sabiduría más elemental que implica la relación con la tierra, sus ciclos, y su infinita sacralidad, no sólo se antojan como una oportunidad, también podrían eventualmente ser un requisito para nuestra subsistencia, tanto física como psíquica.
Resulta esperanzador que en la actualidad cada vez más proyectos y organizaciones artísticas llevan su mirada hacia el entorno rural —un inevitable eterno retorno al arte bucólico y pastoril— como fuente de inspiración y, también, como hogar de muchos creadores notables. Para muchos expertos, el arte contemporáneo podría alimentarse, sanearse, con un regreso al campo —algo que implica, también, una nueva interpretación de la realidad que trasciende la polaridad entre campo y ciudad.
Un inspirador ejemplo de este cambio de perspectiva en el mundo del arte contemporáneo ocurrió hace dos años, cuando la Somerset House del Reino Unido organizó la exhibición The land we live in- The land we left behind en un antiguo granero a unas tres horas de Londres. La muestra reunía obras de artistas de varias épocas y lugares, unidas por su alusión campirana. Otro organismo que actualmente trabaja y fomenta el diálogo y el acercamiento entre el campo y la ciudad es la National Rural Assembly en Estados Unidos; se dedica a facilitar el empoderamiento de las comunidades rurales y crea lazos con instituciones basadas en las ciudades. Así, este tipo de esfuerzos y gestos crecen y se reproducen alrededor del mundo.