Cómo la naturaleza puede hacer mejor a un artista
La consonancia del artista con el entorno natural es esencial para la creación.
La relación entre el ser humano y la naturaleza es tan antigua como su propia existencia. Tal vez sería más preciso afirmar que no existe una separación entre el hombre y el mundo natural. Aun así, en décadas recientes, ha crecido un abismo inmenso entre ambos. Un estudio publicado por Environmental Research and Public Health reveló que tres cuartas partes de los niños que fueron parte de la investigación no sabían qué es un mirlo. Esto es aún más grave en las ciudades, donde una gran cantidad de sujetos estudiados no tenía idea de dónde venía la comida que estaba en su mesa.
En un mundo hiperconectado y, en teoría, hiperinformado, pareciera que cada vez más personas se alejan de los espacios naturales o se olvidan de su importancia. Al encerrarnos en casas o departamentos, al transitar únicamente calles y avenidas, nos perdemos de la gran cantidad de beneficios que tiene un paseo al aire libre o la visita a un jardín —entre ellos el de preservar una buena salud mental (aquí un poco sobre el poder curativo de los jardines).
Se ha demostrado que la naturaleza tiene capacidades de sanación únicas que benefician a todos los seres humanos, entre ellos; los artistas y las mentes creativas no son la excepción. Quizá esto se debe a que para poder crear, esta clase de sensibilidades necesitan conectar con lo que los rodea y aprender a mirar la existencia desde un lugar único, capaz de crear emociones en los espectadores, algo que el entorno natural facilita.
El arte enseña a mirar
El arte nos ayuda a comprender y a observar la naturaleza. Gracias a la poesía, la pintura o la fotografía, por nombrar algunos ejemplos, hemos comprendido que nuestros ideales de belleza cambian según el tiempo en el que se admire un paisaje; también nos han enseñado que nuestro concepto de estética se basa, de muchas maneras, en la belleza que existe implícita en la naturaleza.
Cada época ha apreciado de forma distinta la naturaleza; ha aprendido a celebrar los elementos que la confirman a través de diferentes medios y estilos. Mientras que para los antiguos romanos, los pantanos eran lugares temibles y fuentes de enfermedad, por ejemplo, para otros tiempos y culturas, estos espacios pueden parecer exuberantes y hermosos. En lo que respecta a las montañas, en algunas civilizaciones subirlas era inútil, ya que implicaba mucha energía y el camino estaba lleno de contratiempos; pero las montañas también han sido objeto de devoción —basta con mencionar el arte oriental de los últimos siglos y sus insistentes representaciones de montañas y volcanes, o el amor que el Romanticismo predicó por estas avasalladoras formaciones.
El arte nos ha enseñado que todo en la naturaleza puede ser sublime: los horizontes que descubrimos, los que transformamos y los que nos transforman. Nos ha ayudado a comprender la dimensión de todo lo que es digno de ser admirado. El puente entre naturaleza y arte trasciende el concepto de la mera representación o mímesis. En ese sentido, la pregunta que debemos hacernos es, ¿podríamos vivir o crear sin la belleza que ofrece la naturaleza?
Así, la unión del artista con su entorno es esencial para su creatividad y también para una vida bien entendida.
La naturaleza como inspiración
Aunque existe la creencia de que la mejor manera de concentrarse es dentro de cuatro paredes, en total aislamiento y silencio, diversos estudios científicos han demostrado que la inspiración también se fomenta cuando escapamos al encierro y nos encontramos al aire libre. La naturaleza da paz y perspectiva.
Permanecer mucho tiempo en el encierro no solo es sofocante, también es contraproducente para la paz mental que es necesaria para crear. Un cambio de escenario puede aliviar el estrés. La recomendación es escoger un lugar silencioso, al aire libre, que permita respirar, porque a veces los pensamientos necesitan una pausa para luego fluir de mejor manera.
“La libertad es el gran espejo mágico donde toda la creación pura y cristalina se refleja; en ella se abisman los espíritus tiernos y las formas de la naturaleza entera”, escribió Novalis, poeta y filósofo que representó el Romanticismo temprano en Alemania, a propósito del papel que la naturaleza juega en el universo de lo creativo. Su afirmación es precisa y, también, es una invitación a reformular nuestra manera de habitar el mundo natural y aprender sobre la hermosa perspectiva que este puede darnos.