¿Día Cero?
por: María Salgado
01 | 07 | 2024
Los habitantes de la antigua Tenochtitlán tenían que combatir el exceso de agua para mantener su civilización sobre un área cubierta de lagos. Hoy, en contraste, los ciudadanos de la cuenca de Anáhuac somos testigos y víctimas de la sed que tiene el Valle de México. El problema no es nuevo: la sequía que afecta el área central del país, así como a muchas otras regiones del territorio nacional, lleva ya varios años acechando. Sin embargo, desde hace unos meses, los ciudadanos de esta área nos hemos enfrentado a la realidad de la escasez de agua de manera inminente, incluso con lo que algunos han advertido como un Día Cero en el futuro cercano, marcando el momento en el que la capital mexicana se quede sin agua suficiente para satisfacer las necesidades de sus habitantes.
Lo anterior no solo genera incomodidad en la ciudadanía debido a la falta de disponibilidad y de sanidad de agua en muchas de las zonas de la urbe, sino que genera preocupación e incluso ansiedad ante la incertidumbre de no saber con certeza si es que este Día Cero llegará y, en caso de que llegue, cuándo. Ante este panorama, lo primero que conviene hacer como ciudadanos es entender el problema.
El agua que usamos en el Valle de México proviene de dos fuentes principales. Una es el acuífero, es decir, el agua del subsuelo, la cual representa alrededor del 60% del abastecimiento del líquido vital para la zona. Los acuíferos se recargan cuando llueve, al infiltrarse en los suelos el agua que cae. A su vez, la extracción de agua del acuífero se realiza mediante pozos. La otra fuente principal de agua de la zona es el sistema Lerma-Cutzamala, a través del cual se transporta el líquido a la cuenca del Valle de México desde este sistema hidrográfico que aprovecha aguas de presas del estado de Michoacán y el Estado de México.
Una vez comprendido lo anterior, es más sencillo dimensionar el origen de los problemas de abastecimiento de agua que enfrentamos en el área metropolitana, que son varios. Por un lado, datos oficiales de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) indican que años de sequía y altas temperaturas han provocado que los niveles de las presas del sistema Lerma-Cutzamala estén muy por debajo de lo óptimo, lo cual afecta a quienes se abastecen de agua desde este sistema. Es importante mencionar, además, que el sistema Lerma-Cutzamala bombea en promedio 16 m³ de agua por segundo; es decir, lo equivalente a llenar 16 tinacos de 1,000 litros cada segundo. Para ello, necesita cantidades enormes de energía. Su punto más alto es de 2,702 metros sobre el nivel del mar. Por lo tanto, el funcionamiento de este sistema tiene implicaciones negativas en el medio ambiente, pues la energía que requiere se obtiene de combustibles fósiles, los cuales generan gases de efecto invernadero.
Por otro lado, en cuanto a los acuíferos de la cuenca de Anáhuac, el problema se deriva de su sobreexplotación, al extraerse más agua de la que se recarga de manera natural. Lo anterior está ligado con otro problema: como consecuencia de los trabajos de infraestructura que se realizaron durante siglos pasados para evitar inundaciones provocadas por el desbordamiento de los lagos que cubrían la zona, la gran mayoría del agua de las lluvias se pierde al irse por el drenaje, en lugar de reabastecer los acuíferos. La infiltración de agua en los acuíferos solo se da en suelos porosos y con fisuras que permiten el paso del agua, como los de bosques, humedales y pastizales, no en aquellos cubiertos por concreto. En la Ciudad de México, esta infiltración se torna complicada.
A su vez, la sobreexplotación de los acuíferos, aunada a los movimientos sísmicos, produce el hundimiento de ciertas partes de la zona y genera desniveles. En conjunción con el poco mantenimiento que han recibido las tuberías de agua a lo largo de los años, este fenómeno provoca que estas instalaciones se rompan y ocasionen fugas. Las fugas de agua son otra de las principales causas de carencia de agua en el Valle de México.
Junto con la escasez de agua, la capital enfrenta también un problema de contaminación. Se tiene poca agua y, la que se tiene, se contamina con facilidad. Entre las fuentes de contaminación del agua están las descargas residuales provenientes de la industria y la agricultura, además de residuos sólidos urbanos. Esto, sumado a la falta de infraestructura para el tratamiento de aguas residuales que existe en la urbe, desencadena la contaminación de ríos, lagos, humedales y acuíferos, provocando afectaciones al suministro de agua potable y dañando estos ecosistemas acuáticos.
Otro factor que es necesario considerar al abordar el origen de los problemas hídricos en el Valle de México es la mala gestión del agua que existe, tanto a nivel federal como en los niveles locales. El Dr. Juan Manuel Núñez, coordinador de la Licenciatura en Sustentabilidad Ambiental de la Universidad Iberoamericana, y otros expertos aseguran que hoy no existe un marco regulatorio que haga frente a los problemas mencionados en este texto.
Además, hace falta coordinación entre las instancias federales y locales encargadas de la gestión del agua. El organismo que opera los recursos hídricos a nivel federal es la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), pero cada entidad federativa tiene su propio organismo operador. Para el caso de la Ciudad de México, este organismo es el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX). A todo lo anterior, se suma la falta de inversión, la cual, según expertos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), debería destinarse a mejorar el aprovechamiento de las fuentes de agua, evitar fugas y asegurar su potabilización y distribución equitativa entre la población del Valle de México.
La capital del país, y el país en general, enfrentan un panorama difícil en cuanto a la disponibilidad de agua. Ya no podemos dar algo tan indispensable como el líquido vital por hecho. Como ciudadanos, podemos sentirnos frustrados, angustiados, enojados y con ansiedad respecto a un panorama incierto, en el que puede ser que el agua se acabe o que mañana el agua que tomemos esté contaminada. Ante esta situación, surge la necesidad de entender el origen de los problemas hídricos como el primer paso para comenzar a actuar. Una vez teniendo un panorama más claro sobre el origen de los problemas y lo que hace falta hacer a nivel institucional para enfrentar la escasez de agua en el Valle de México, toca conocer y ejecutar las acciones que a nivel individual podemos llevar a cabo para evitar un Día Cero. Aquí te damos algunas ideas:
- Conocer nuestra huella hídrica para poder ser conscientes de nuestro uso y reducirlo. Puedes calcularla en este sitio.
- Reducir el consumo de agua: Desde tomar baños más cortos hasta optimizar el uso del agua en el hogar.
- Reporta fugas de agua. Si ves alguna fuga de agua repórtala a los teléfonos de SACMEX: 55 5658 1111 o al 55 5654 3210.
- Donar a organizaciones dedicadas a la captación de agua pluvial: Isla Urbana genera y ejecuta proyectos para recolectar agua de lluvia. Puedes conocer más en su página web.
- Explorar iniciativas gubernamentales: Programas como Cosecha de Lluvia fomentan la captación de agua en los hogares. Infórmate en su sitio web.
La capital del país enfrenta un panorama crítico en materia de disponibilidad de agua. Ya no podemos dar por sentado el acceso a este recurso vital. Como ciudadanos, es natural sentir frustración y preocupación ante un futuro incierto. Sin embargo, comprender el origen del problema es el primer paso para actuar. Ahora que conocemos los factores que contribuyen a la escasez hídrica y las deficiencias en la gestión del agua, es momento de implementar cambios en nuestros hábitos y exigir soluciones estructurales. Solo así podremos evitar que el Día Cero se convierta en una realidad.
*Fuente de la imagen de portada: Mapa de Nuremberg (1524), en Maribel Aguilar Aguilar, "La paradoja del agua: el sistema lacustre de la Cuenca de México", México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1010/961