Inteligencia emocional para el liderazgo de hoy
La autoconciencia, empatía y conexión con un propósito común permiten a los líderes inspirar, motivar y transformar positivamente a sus equipos y organizaciones.
En tiempos de cambio acelerado, el liderazgo tradicional ya no es suficiente. Hoy los líderes enfrentan retos que demandan habilidades humanas, como la inteligencia emocional y la capacidad de conectar con los otros a través de un propósito común. La inteligencia emocional de Daniel Goleman y la Teoría U de Otto Scharmer ofrecen marcos complementarios que permiten a los líderes transformarse a sí mismos para, entonces, incidir positivamente en sus equipos y sus entornos.
Inteligencia emocional: una base para el liderazgo efectivo
Daniel Goleman define la inteligencia emocional como la capacidad de comprender y manejar tanto las propias emociones como las de los demás, en beneficio de las relaciones y del propio rendimiento. Dentro de su modelo, destaca cinco competencias clave: autoconciencia, autorregulación, automotivación, empatía y habilidades sociales. Estas competencias no solo fortalecen la autogestión emocional del líder, sino que también le permiten influir y motivar a otros con autenticidad. Así, un líder con inteligencia emocional se convierte en un ancla de estabilidad para su equipo; es capaz de manejar el estrés, los conflictos y los cambios con calma y enfoque.
Goleman destaca que, en el contexto del liderazgo, la autoconciencia es el punto de partida. Sin ella, el líder corre el riesgo de actuar desde sus reacciones emocionales sin cuestionar cómo estas afectan a los demás. La autorregulación, por otro lado, es la capacidad de manejar esas emociones, controlando impulsos o reacciones automáticas, y responde a una premisa básica: un líder que sabe gestionar su propio mundo emocional puede enfrentar crisis o momentos complejos sin perder el control. La automotivación permite al líder alinear sus propias metas con el propósito de su equipo, mientras que la empatía le facilita conectar con sus colaboradores, comprender sus necesidades y construir un ambiente de confianza. Por su parte, las habilidades sociales permiten manejar las relaciones interpersonales de manera efectiva, generando entornos de trabajo colaborativos y alineados con los objetivos comunes.
Teoría U: liderar desde un futuro que quiere emerger
Otto Scharmer propone un marco de transformación personal y colectiva en el cual los líderes aprenden a “liderar desde el futuro que quiere emerger”. La Teoría U invita a los líderes a dejar atrás patrones de comportamiento y suposiciones limitantes, para abrirse a nuevas posibilidades y co-crear un futuro significativo con sus equipos y comunidades. El proceso de la U se divide en cinco etapas: co-iniciar, co-sentir, presencing (presencia profunda), co-crear y co-evolucionar. De acuerdo con Scharmer, este proceso lleva al líder a una conexión profunda con el sistema, permitiéndole ver desde una nueva perspectiva y actuar desde un lugar de claridad y propósito. Este esquema de liderazgo puede ejercerse en diversos sectores como la educación, el cambio social, la gestión cultural o los negocios.
La primera etapa de la U, la co-iniciación, es un llamado a la autoconciencia: invita al líder a explorar sus propias intenciones y dejar de lado las barreras emocionales que impiden una conexión auténtica con el equipo y el entorno. Este es un paso esencial que prepara al líder para escuchar de manera profunda, en un nivel que Scharmer describe como “escucha generativa”, en el que el líder deja que las ideas y emociones de los otros lo transformen. Esta capacidad de escucha empática y profunda permite al líder conectar de manera genuina con sus colaboradores e identificar sus necesidades, expectativas y potenciales.
En la etapa de presencing, el líder alcanza un punto en el que logra ver el potencial futuro de la organización o del sistema en el que está inmerso. Este concepto de presencia profunda tiene una resonancia clara con la automotivación descrita por Goleman: en ambos casos, el líder conecta con un propósito mayor, alineando sus motivaciones personales con una visión colectiva.
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Hacia un liderazgo integral
Tanto la inteligencia emocional de Goleman como la teoría de la U de Scharmer coinciden en que la autoconciencia es esencial para el liderazgo transformador. En ambos casos, el líder se observa a sí mismo para entender sus emociones y valores, lo cual le permite liderar con claridad y coherencia, actuando desde una posición de apertura y autenticidad. La empatía es otra habilidad que conecta ambas teorías. Para Goleman, la empatía es la habilidad de entender y responder a las emociones ajenas, mientras que Scharmer la traduce en una “escucha generativa,” donde el líder es capaz de captar las necesidades más profundas de su equipo.
La inteligencia emocional y la teoría de la U ofrecen un modelo integral de liderazgo, donde el líder desarrolla sus habilidades emocionales y, además, profundiza su conexión con el sistema en el que opera. En tiempos de complejidad, estos enfoques constituyen herramientas clave para que el líder gestione sus emociones e inspire a quienes lo acompañan. De esta forma, logra crear un espacio de colaboración donde los equipos se alinean en un propósito común y co-crean soluciones significativas que reflejan tanto sus valores individuales como sus objetivos colectivos.