¿Qué es la economía circular? Una definición y tres principios
A menudo las ideas innovadoras nos parecen complejas. Esto no tiene por qué ser así, por eso te presentamos tres nociones básicas para cambiar nuestra manera de producir y consumir.
¿Cuántos teléfonos celulares has tenido? ¿Y cuántos refrigeradores han pasado por tu cocina? En sociedades de consumo, podemos estar seguros de que la respuesta a estas preguntas demanda, al menos, los dedos de ambas manos. Pero ¿cuántas arañas has visto que tengan un muladar municipal de hilos y telas?, ¿qué huellas de carbono dejan las aves en sus migraciones estacionales por todo el orbe, en dónde tiran sus gafas y bufandas para las noches boreales?
En el orden natural, los procesos de conservación de la vida se encuentran insertos en un ciclo que pareciera integrar una serie de sistemas en uno solo: el ciclo de la vida. Plantas y animales nacen, mueren y se reintegran al medio. Nuestros desperdicios no lo hacen. No por deshacernos de ellos dejan de existir. La economía circular está aquí para decirnos que esto puede cambiar. ¿Qué pasaría si los bienes de consumo de hoy se convirtieran en las materias primas de mañana?
¿Qué es la economía circular?
La economía circular es un sistema donde los materiales no se convierten en desperdicio y la naturaleza se regenera. En una economía con estas características, los productos y materiales se mantienen en circulación a través de procesos como mantenimiento, reuso, reacondicionamiento, remanufactura, reciclaje y composta. La economía circular hace frente al cambio climático y a otros desafíos globales como la pérdida de biodiversidad, la explosión de los desperdicios y la contaminación.
Los proyectos de La Vaca Independiente se ocupan de la regeneración y de los principios de la circularidad. ¿Quieres saber más de nuestros proyectos? Lee más aquí.
Según la Fundación Ellen MacArthur, existen tres principios para conseguir una economía circular: 1) eliminar los desperdicios y la contaminación, 2) circular productos y materiales, y 3) regenerar la naturaleza.
1) Eliminar los desperdicios y la contaminación
Actualmente, nuestra economía trabaja en un sistema de tomar-producir-desperdiciar. Tomamos materias primas de la Tierra, manufacturamos productos con ellas y eventualmente las desechamos como desperdicios. Mucho de este desperdicio se pierde en los depósitos de basura o incluso en incineradores. Este sistema no puede funcionar en el largo plazo porque los recursos de nuestro planeta son finitos.
Una parte del desperdicio lo constituyen las decisiones de diseño. La naturaleza no diseña productos desechables; es decir, la naturaleza no conoce el desperdicio. En los ecosistemas, todos los materiales se incorporan y reincorporan al medio ambiente para ser aprovechados de otra manera. La naturaleza re-absorbe, re-cicla y re-aprovecha. Estos mecanismos forman una parte tan inherente a las dinámicas de sus sistemas que, más que afirmar el sentido de re-, cabría decir que en la naturaleza estos procesos se dan como un continuum.
En contraste, los sistemas humanos de reproducción social no están tan interconectados. En el sistema económico, la mayoría de los empaques de los productos están diseñados para terminar su ciclo en el consumo. Una bolsa de papas fritas concluye su vida útil dentro del sistema económico una vez que las frituras se terminan. Después de eso queda fuera del ciclo productivo y es materia de otro sistema para el que ya no está pensado. Por eso se convierten en basura. En este tipo de productos, el desperdicio es parte de su diseño. Esto puede cambiarse con una pregunta inicial al momento de diseñar: ¿qué pasa con esto al final de su vida?
Si cambiamos nuestra mentalidad, podemos tratar el desperdicio como un defecto de diseño. En una economía circular, un mandato del diseño es que los materiales deben pensarse para re-entrar o permanecer en la economía al final de su uso. Aquí se expresa todo el sentido de pasar de una producción lineal a una circular: el propósito es que la menor cantidad posible de cosas queden fuera del ciclo. Muchos productos pueden circular para mantenerse, compartirse, reutilizarse, repararse, reacondicionarse, remanufacturarse y, como último recurso, reciclarse. Con un énfasis en el diseño inicial, podemos detener el desperdicio incluso antes de que se genere.
2) Circular productos y materiales en su máximo valor posible
Este principio quiere decir que hay que mantener los productos en uso, ya sea como productos; o bien, como componentes o materias primas cuando pierden su anterior utilidad. De esta manera, nada se desperdicia y el valor intrínseco de los productos y materiales se retiene. Hay algunas maneras en las que los productos y materiales pueden permanecer en circulación. Para entender cómo lograrlo y hacerlo posible, es de suma ayuda pensar en dos ciclos fundamentales: el técnico y el biológico.
En el ciclo técnico, los productos se reutilizan, reparan, manufacturan y reciclan. La manera más efectiva de retener el valor de los productos es mantenerlos y reusarlos. Por ejemplo, un teléfono celular es mucho más valioso como celular que como un montón de componentes y materiales. Entonces, en el ciclo técnico los primeros pasos se enfocan en mantener el uso del producto para conservar su máximo valor posible. Esto también implica modelos de negocio basados en compartir, de manera que el usuario tiene acceso a un producto más que ser su propietario, ya que esto implica que el dispositivo puede recibir mantenimiento, repararse y reacondicionarse.
Eventualmente, cuando el producto ha concluido su vida útil, sus componentes pueden ser remanufacturados. Las partes que no pueden remanufacturarse se segmentan en sus materiales constitutivos y entran al ciclo del reciclaje. El reciclaje es el recomienzo del ciclo; no es la primera opción, la primera opción es conservar el uso del dispositivo tanto tiempo como sea posible; es decir, conservar los materiales en su máximo valor agregado y dentro del uso para que el fueron diseñados.
En el ciclo biológico, los materiales biodegradables regresan a la tierra a través de procesos como la composta y la digestión anaeróbica. Esto se debe a que los materiales biodegradables no siempre pueden reutilizarse. Al descomponer estos materiales orgánicos, los componentes básicos como el nitrógeno, el fósforo, el potasio y los micronutrientes pueden emplearse para regenerar la tierra de manera que podamos sembrar más alimentos y materiales renovables como el algodón y la madera.
Los diseñadores de productos y empaques deben plantearse desde un principio a cuál de los dos ciclos se incorporarán los materiales que usan y cómo hacerlo factible.
3) Regenerar la naturaleza
Al cambiar nuestra economía lineal por una circular, también cambiamos el foco de la extracción a la regeneración. En lugar de degradar la naturaleza continuamente, construimos capital natural. Empleamos prácticas agrícolas que nos permiten recomponer los suelos e incrementar la biodiversidad, así como regresar materiales biológicos a la tierra. Actualmente, la mayoría de estos materiales se pierden después de usarlos y la tierra utilizada para sembrarlos queda agotada.
Si nos desplazamos a un modelo regenerativo, comenzamos a emular a los ecosistemas naturales. No hay desperdicio en la naturaleza. Cuando una hoja se cae de un árbol, alimenta al bosque. Por miles de millones de años, los sistemas naturales se han regenerado a sí mismos. El desperdicio y la basura son invenciones humanas.
Adoptando el tercer principio de la economía circular, modificamos nuestras prioridades. Nuestro enfoque ya no debería estar en simplemente hacer menos daño al medio ambiente, sino en cómo podemos mejorarlo activamente.
En La Vaca Independiente, colaboramos con Ecoce en la facilitación de sesiones de diálogo que nos conduzcan a realizar un mapeo completo del sistema de los plásticos flexibles en México. ¿Es posible construir una economía circular para los plásticos? Descúbrelo aquí.
Un círculo llamado Tierra
Para lograr operar estos tres principios, tenemos que transformar cada elemento de nuestro sistema lineal de tomar, producir y desechar; en otras palabras, tenemos que vigilar constantemente cómo manejamos los recursos, cómo producimos los bienes y qué hacemos con los materiales después. Sólo así podemos crear una economía circular próspera que beneficie a tantas personas como sea posible en los confines de nuestra casa grande, un lugar al que llamamos Tierra.