Breve recuento gráfico de la imaginación
La imaginación es una de nuestras más poderosas herramientas, y el arte es su más fiel traductor.
La imaginación es una de las varias maneras, quizá la más fascinante y misteriosa, que tenemos de aprehender el mundo. Ésta actúa como una fuerza de síntesis, siempre espontánea, que nace del lugar más trascendental de la conciencia. Imaginar nos permite desdoblar realidades y construir (o deconstruir) lo posiblemente imposible, estar en lugares inexistentes (no por ello irreales), así como transitar libremente en el tiempo.
Describir a la imaginación puede resultar una labor compleja: sabemos qué es de una manera más bien intuitiva, abstracta. El arte es el principal agente de mediación entre el mundo externo y nuestro mundo interior, ese donde nace y habita la imaginación. A lo largo de su historia, el quehacer artístico se ha aproximado de forma contundente a recrear una descripción acertada y equilibrada de la imaginación, a veces haciendo uso de imágenes.
A continuación algunos ejemplos de obras que son, al tiempo, afortunados ensayos visuales en torno a la imaginación y tesoros de la existencia humana.
El jardín de las delicias, Hieronymus Bosch (1480-1490)
Es probable que la concepción que hoy en día tenemos de la imaginación haya nacido en el Renacimiento. Esto se debe a que entonces, por primera vez en la historia del arte, el tópico central de un gran número de obras y estudios fue el ser humano. En términos pictóricos, esto dio pie a que elementos como la alegoría, la mitología y el retrato fuesen utilizados como temáticas centrales. La tridimensionalidad fue puesta en práctica a través del estudio de la perspectiva, en ese sentido, la tridimensionalidad pictórica del Renacimiento complementaría una posible descripción -visual y simbólica- de la imaginación. Con una enorme pasión por los símbolos crípticos y las metáforas que fusionan lo humano y lo divino, Bosch sintetizó en su obra esa compleja codificación del saber culto y popular de un mundo en transición, mientras proyectaba el pasado mítico de la naturaleza y del hombre. El jardín de las delicias plantea escenas y planos sobre moralidad y pecado; este tríptico desdoblado es una excelente aproximación radiográfica de cómo funciona la cualidad imaginativa del ser humano.
El gran dragón rojo y la mujer vestida de sol, William Blake (1805-1810)
La representación de la espiritualidad, en términos pictóricos, encuentra sus cimientos en la imaginación. Quizás el mayor artista británico que ha existido, en ese sentido, sea William Blake (1757-1827). Este artista total (su trabajo combinó poesía, grabado y pintura) utilizó distintos soportes para crear un cuerpo de obra en busca de un ser espiritual unificado. Esta acuarela representa la eterna lucha entre el bien y el mal (ambos conceptos también producidos por la imaginación), situada en el Apocalipsis bíblico. La oscuridad y belleza, la composición y trazos de la pieza resultan en una catarsis que revela descargas de imaginación estética y espiritual que invitan a reflexionar sobre la imperiosa necesidad humana de creer en algo superior a su cualidad terrenal.
Caminante sobre el mar de nubes, Caspar David Friedrich (1817)
Como respuesta al Neoclasicismo, entre los siglos XVIII y XIX, surge el Romanticismo, que propuso una nueva forma de retratar la existencia, una que apeló a los sentimientos, la pasión, lo irracional y, en un plano protagónico, a lo imaginario. El alemán Caspar David Friedrich (1774-1840) formó parte de este episodio de la historia del arte. Sus paisajes contemplativos, oníricos y melancólicos pueden ser interpretados como la eterna y solitaria pugna entre el hombre y su existir; en ellos, la vastedad de la naturaleza es contrastada con el minúsculo y breve paso del individuo por la tierra. Su pintura Caminante sobre el mar de nubes evoca estos sentimientos, mientras describe ese espacio interno, reflexivo e infinito que es la imaginación.
Un mundo de nociones desordenadas, sacadas de sus libros, que pueblan su imaginación, Gustave Doré (1906)
Pensar la imaginación como un concepto abstracto e híbrido, entre las palabras y las imágenes resulta atinado. Tanto la literatura, como las artes visuales, tienen el poder de transportar a su público en espacio y tiempo. Gustav Doré (1832-1883) fue un artista enfocado principalmente en el grabado en madera. Las cualidades de su obra lo llevaron a ser uno de los más famosos ilustradores de obras literarias clásicas —de autores como Dante, La Fontaine, Balzac, Poe y Cervantes. De éste último, ilustró El Quijote, siendo esta ilustración, correspondiente al primer capítulo, una excelente interpretación gráfica que elabora sobre la íntima y compleja relación entre el hombre y las fantasías de su imaginación, y la constante posibilidad de perder la razón en el camino.
El cíclope, Odilon Redon (1898-1914)
El mito nace como una manera de explicar aspectos contradictorios de la vida que son difíciles de aprehender de forma racional. Las mitologías son la combinación entre la imaginación y la razón —una estrategia efectiva para explicar nuestra compleja existencia. Odilon Redon (1840-1916), pintor y grabador francés, fue autor de un cuerpo de obra que gira en torno a la traducción pictórica de la mitología griega. Su originalidad radica en haber dado vida a seres inverosímiles dentro de lógicas pictóricas humanas, en El Cíclope imagina y plasma la mítica historia de amor entre Polifemo y Galatea.
A la salida de la ópera en el año 2000, Albert Robida (1902)
A medida que el curso de la historia nos fue empapando de pasado, pudimos representar un futuro probable o posible. Uno de los atributos de la imaginación es que no existe un compromiso real con lo que sucederá realmente a futuro. Imaginamos futuros desde el presente, basados en el presente (que pronto será pasado). Los tiempos se mezclan y nos absorben en un vórtice asombroso. Esta litografía coloreada a mano de principios del siglo XX retrata una posible París en el año 2000, carros-peces flotantes sumergidos en un tráfico imaginario que, a pesar de su ingenua ingeniosidad, revela una fantasía visionaria sobre lo que la modernidad traería consigo. La imaginación revela detalles sobre el presente, partiendo de proyecciones al futuro.
Bruja del bosque, Paul Klee (1938)
Quizá, uno de los artistas más imaginativos y prolíficos del siglo XX fue el pintor suizo-alemán Paul Klee (1879-1940). Su estilo resultó de una mezcla de expresionismo, cubismo y surrealismo. Su obra tiene la virtud de invitar al espectador a pasar un tiempo interactuando visual y mentalmente con ella. En esta pintura, que fue producida un par de años antes de su muerte, Klee combina colores tristes y brillantes, un oxímoron pictórico de las complejas profundidades de la mente y lo contradictorio de los sentimientos humanos.
Muerte y vida, Gustav Klimt (1908)
Entre la inmensa gama de posibles destinos a donde la imaginación puede llevarnos está el erotismo. Lo erótico existe entre la sexualidad y lo poético, entre la danza de la vida y la muerte. La obra de Gustav Klimt (1862-1918) gira alrededor de este tema. En Muerte y vida, el artista imagina en un mismo espacio (el lienzo) la eterna dualidad entre la vida y la muerte —retratando a ésta última oscura, esquelética y vestida, en contraparte con la vida en todas sus fases: mostrando la piel como metáfora vital cargada de erotismo, ternura, angustia y tranquilidad.
Composición VIII, Wassily Kandinsky (1923)
Imaginar la imaginación como la danza rítmica de figuras geométricas, flotando en espacios abiertos, es algo que pocos han podido hacer. Es inevitable pensar en describir la imaginación sin pensar en su musicalidad. En ese sentido, uno de los más grandes artistas ha sido el ruso Wassily Kandinsky (1866-1944). A través de su obra, él logró composiciones paisajísticas, abstractas y musicales, acercándose a la perfecta descripción del interior dinámico, espiritual y mental del ser humano, de su imaginación. La importancia de su obra también radica en ser abierta a distintas interpretaciones, y logra que el espectador y su imaginación colaboren en la lectura (creación) de ésta.
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El arte tiene la capacidad de mediar entre realidades, de describirnos lo que es difícil de verbalizar, de transmitirnos ideas y sentimientos de manera directa. En ese sentido el arte y sus múltiples poderes debiera ser utilizado en la educación y los procesos pedagógicos en general; el Instituto DIA es un gran ejemplo de ello.