Hablar o callar (sobre la importancia del silencio y la soledad)

24 | 06 | 2021

El escritor y pintor Jalil Gibrán escribió sobre la importancia del silencio y la soledad como vías imprescindibles de autoconocimiento y sabiduría.

Algunas veces olvidamos lo valiosos que son el silencio y la soledad, otras veces pueden parecer abrumadores. En cualquier caso, ambos estados son una de las vías más directas para conectarnos con nuestro interior: con eso que sentimos, pensamos y somos. ¿Qué otra manera hay de escuchar algo que el silencio? El poeta, artista y filósofo libanés Jalil Gibrán supo hablar de la importancia de cuidar nuestras palabras y de esos espacios —alejados del mundo exterior, los juicios y las obligaciones— en lo que es considerado su obra capital El profeta, publicada en 1923.

Como su título adelanta, El profeta es la historia de un visionario que, al inicio de la novela, se propone abandonar su pueblo. Antes de marcharse, la gente que ahí habita le pide hablar sobre ciertos temas que son los capítulos en los que está dividido el libro, escrito a manera de un diálogo. En uno de estos capítulos, el que trata sobre el habla, el profeta discierne en torno al acto verbal, pero sobre todo sobre a la importancia de guardar silencio:

Hablas cuando dejas de estar en paz con tus pensamientos; y cuando no puedes morar por más tiempo en la soledad de tu corazón, vives en tus labios y el sonido es entonces diversión y pasatiempo.

Y en la mayoría de tus pláticas, tu pensamiento es en parte asesinado. Porque el pensamiento es un pájaro del aire libre que, dentro una jaula de palabras, puede desplegar las alas, pero no volar.

Algunos de ustedes buscan el diálogo por miedo a sentirse solos. El silencio de la soledad descubre ante sus ojos la propia desnudez y entonces quieren escapar.

Hay otros que hablan y, sin conocimiento ni premeditación, revelan una verdad que ni ellos mismos entienden.

Y existen otros más que poseen la verdad en su interior, pero no la expresan en palabras. En el pecho de éstos reside el espíritu en un silencio rítmico.

Cuando encuentren a un amigo en el camino o en el mercado, dejen que el espíritu mueva vuestros labios y guíe vuestra lengua. Que la voz de la voz hable al oído de su oído. Porque su alma guardará la verdad de su corazón como se guarda en la memoria el sabor del vino, cuando su color ya se ha olvidado y el vaso ya no existe.

Las palabras del personaje de Gibrán resuenan de forma especial en un mundo como el nuestro: lleno de información y medios para comunicarnos que frecuentemente entorpecen el intercambio.

El silencio nos permite escucharnos y encontrar esa desnudez metafórica de la que habla el escritor; el silencio y la soledad son indispensables para conocernos y conviene, de tanto en tanto, acudir a ellos para poder adentrarnos en nosotros mismos.

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