Recomendaciones para cultivar el asombro sin salir de casa
Recuperar nuestra capacidad de fascinación, aún ante las cosas más pequeñas, es relativamente sencillo, reduce la ansiedad y nutre los sentidos.
“El mundo está lleno de cosas mágicas, pacientemente esperando a que nuestros sentidos se agudicen”, escribió el poeta irlandés William Butler Yeats. La agudización de los sentidos de la que él habló, el acto de abrir los ojos al mundo, necesariamente depende del tipo y calidad de atención que ponemos a aquello que nos rodea, y puede ser una vía para reencantarnos con la realidad y volvernos a asombrar ante todos los milagros que, de forma inadvertida, acontecen todo el tiempo.
El asombro es ese sentimiento que ilumina la mente en un momento dado, que permite al ser humano salir de la ceguera de su rutina y poner atención a lo milagroso de su propia existencia, su entorno y el universo que habita. Asombrarse permite encontrar las respuestas a aquello que desconcierta al intelecto; antecede al deseo de conocimiento y, al mismo tiempo, lo hace posible.
Confinamiento iluminado
Si bien es cierto que cuando finaliza la infancia, usualmente, perdemos nuestra capacidad de asombro, también lo es que ésta puede ser recuperada y ejercitada. El estar adentro, en el confinamiento que las condiciones actuales requieren (en una especie de burbuja atemporal), puede ser una excelente oportunidadpara cultivar la capacidad de asombro perdida y con ello reducir la ansiedad, al permitir que nos sorprendan las cosas que forman parte de nuestra cotidianidad, incluso las más pequeñas.
A partir de tres sencillos ejercicios secuenciados, basados en la popular técnica de meditación conocida como mindfulness (o atención plena), podemos recuperar nuestra posibilidad de fascinación y lograr vivir, sentir y pensar en el momento presente, dejando a un lado las constantes preocupaciones producto de la actual situación, así como a bajar nuestros niveles de estrés.
Aquí y ahora
Para lograr silenciar nuestra mente es necesario entender que, a pesar de vivir en un mundo lleno de estímulos distractores y un flujo constante de información, nosotros somos capaces de decidir a qué le damos nuestra atención y cuándo; a esto se le llama percepción selectiva y es que cuando nos enfocamos detenidamente en las cosas que hacemos, por más cotidianas y ordinarias que parezcan, nuestra mente se mantiene en el momento presente (en el aquí, en el ahora) desprendiéndonos de la agobiante acumulación de preocupaciones en las que generalmente estamos sumergidos.
Silenciar la mente
Una vez que hemos logrado enfocarnos en el momento presente, es posible hacer uso de otra importante herramienta: la paciencia. Ésta nos permite no solo entrar en un estado de calma, sino acceder a un deslumbrante estado de coherencia en el que, de pronto, todo cobra un sentido diferente, ligado, conectado, secuenciado, acompañado de un silencio mental, un espacio libre de pensamientos.
Inhalar y exhalar
Al combinar la atención plena con un patrón de respiración consciente —en el que la duración de cada exhalación sea el doble de la duración de la inhalación, por ejemplo— es posible abrir las puertas de un tipo de percepción que facilita el asombro. Exhalar profundamente provoca una serie de beneficios que nos ayudan orgánicamente a estar en calma, y con ello, incrementar nuestra capacidad de asombro. Al respirar de esta manera, el ritmo cardiaco se desacelera, la presión arterial disminuye, lo mismo que la tensión muscular. Además, este ejercicio mejora el estado de ánimo general, a partir de la liberación de dopamina.
Espacio interior
Practicar estos ejercicios ayuda a construir un espacio interior de tranquilidad y vacío —uno que no depende del contexto físico en el que nos encontramos—, para poder darle lugar a la sorpresa, a la capacidad de mirar desde otra perspectiva lo que siempre ha estado ahí, a asombrarnos como lo hacen (sin esfuerzo alguno) los niños.
Esta serie de ejercicios mentales resultan útiles para momentos críticos de cualquier tipo, como el que actualmente se vive a raíz de la pandemia mundial. La simple práctica continua, disciplinada, de cultivar y mantener el asombro, ayudará a responder a dicha crisis sin necesidad de movernos de casa, al descubrirnos lo maravilloso de cada instante.