Superalimentos mexicanos, tesoro de nuestro patrimonio biocultural

08 | 12 | 2020

Esta es una lista de alimentos nativos de México que, además de nutrir nuestro cuerpo, son capaces de hablarnos sobre nuestra cultura y nuestra historia.

Los alimentos que consumimos nos nutren de muchas maneras. Más allá de la dimensión fisiológica, el acto de alimentarnos implica también engullir muchas otras cosas: cultura, historia, símbolos, tiempo y cuidado. Por esta razón, la alimentación trae consigo una dimensión ritual que vale la pena tomar en cuenta, y que incluye todos los elementos que están presentes al momento que consumimos nuestros alimentos, los preparamos y los compartimos con otros; la comida es también una forma de relacionarnos con los demás.

Cada uno de los alimentos que le damos a nuestro cuerpo forma parte de un proceso, de una cadena que implica el trabajo, el tiempo y el cuidado de otros. Además, los alimentos también hablan —a través de su olor, de su forma, de su sabor, su textura y de su capacidad de nutrirnos— del lugar del que provienen.

México es un país con una enorme biodiversidad, nuestro patrimonio biocultural. Esto incluye, por supuesto, los productos comestibles que crecen en su enorme territorio. La alimentación y, sobre todo, el poder e importancia (nutricional y también metafísica) de los alimentos es una herencia de las culturas prehispánicas de nuestro país, que dieron un lugar preponderante a la producción, consumo y ritualización de ciertos alimentos. Las culturas originarias de México supieron que el alimento es medicina en muchos niveles. Un buen ejemplo de todo esto es la milpa, espacio ancestral y esencial de nuestro pueblo, donde se cultivan algunos de los productos básicos de nuestra dieta —un lugar donde también cultivamos nuestra identidad cultural.

Por estas razones, hemos hecho una lista de alimentos provenientes de México cuyas cualidades van desde su capacidad de nutrirnos y procurarnos salud, hasta sus singularidades culturales e históricas: las muchas maneras en las que son capaces de hablarnos de nosotros mismos.

Amaranto

John Lambert Pearson – Creative Commons

Conocido hoy por sus grandes propiedades nutricionales —se trata de un alimento cuyas hojas y semillas son especialmente ricas en proteínas vegetales, hierro, fibra y vitaminas A y C— el amaranto fue usado en una gran cantidad de rituales por los pueblos del Valle de México, especialmente los aztecas. Para esta cultura, su cultivo tuvo una importancia semejante al del frijol y el maíz, y este se consumía como vegetal y como cereal; también fue usado como forma de tributo, y era asociado al sol por su color rojizo. Era considerado sagrado por su capacidad de sobrevivir sequías y sus propiedades energéticas —por esta razón, era alimento de los guerreros.  La cultura maya también consumió el amaranto, que en su lengua se llamó xtes.

Aguacate

El aguacate es un fruto con altísimo valor nutricional: además de aportar vitaminas y minerales esenciales, el consumo regular de este alimento amplifica la absorción de otros nutrientes, como la vitamina A —vital para la reproducción, el crecimiento y las capacidades visuales, además de que fortalece el sistema inmunológico. La evidencia más antigua de su consumo data de entre el 10,000 y 8,000 a.C. en el centro de nuestro país. El árbol del aguacate fue considerado sagrado, entre otras cosas, por la particular forma de su fruto: ahuacatl, en náhuatl, significa “testículo”. Para cuando los conquistadores españoles llegaron a México, el aguacate era parte de la dieta básica de las culturas de México y fue descrito por Fray Bernardino de Sahagún en su Historia General de las Cosas de la Nueva España, como una de los productos que se vendían e intercambiaban en el legendario Mercado de Tlatelolco. Finalmente, el calendario solar maya (Haab) incluye un símbolo en forma de aguacate para designar el catorceavo mes.

Nopal 

De las más de 200 especies de nopal que pueblan el continente americano, unas 100 de ellas provienen de México. Sus altas cantidades de fibra lo han hecho una comida y un suplemento alimenticio muy utilizado para combatir altos niveles de azúcar en el cuerpo; además esta cactácea posee poderosas propiedades desintoxicantes. El nopal es parte de la identidad cultural de México —figura en el escudo de nuestra bandera y es parte de nuestro mito fundacional. Desde tiempos prehispánicos el nopal figura en monolitos y otras representaciones como una de las plantas que forma parte de la historia y la dieta de los pueblos prehispánicos del centro de México.

Chía

Pequeña y grisácea, esta semilla es capaz de absorber 12 veces su peso en agua, y en su interior guarda sustancias antioxidantes, además de varios minerales, entre ellos, hierro y calcio en grandes cantidades. Además, la chía contiene Omeg-3 y ácidos grasos. En el mundo prehispánico, la chía fue un alimento básico (junto al maíz, el amaranto y el frijol) y también fue utilizada como elemento en ofrendas a algunas deidades. Por esta razón, tras la Conquista, su cultivo fue prohibido por ser considerada una semilla sacrílega. Fue hasta hace pocas décadas que su importancia alimenticia fue redescubierta y su alto valor nutricional la convirtió en un súper alimento consumido en todo el mundo.

Frijol

Sanjay Archarya – Creative Commons

De un altísimo valor nutricional, los frijoles son ricos en proteínas vegetales. Además, estos contienen ácido fólico, sustancias antioxidantes y antiinflamatorias. El frijol es un elemento básico de la alimentación de los pueblos mesoamericanos desde hace, al menos, 9 mil años. De las 150 variedades de frijoles que se conocen actualmente, una tercera parte proviene de nuestro país. En náhuatl, el frijol se conocía como etl o etle, era usado como forma de tributo y también como ofrenda en ritos relacionados con la fertilidad.

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